El peor de los pecados posibles que se puede cometer cuando te enfrentas a un grande es dejarlo vivo cuando lo tienes contra las cuerdas.
El peor de los pecados posibles que se puede cometer cuando te enfrentas a un grande es dejarlo vivo cuando lo tienes contra las cuerdas. Quizá sea esa la principal diferencia entre ser un equipo grande, como el Sevilla, y ser un equipo medio mediano, como el Recreativo: la pegada. Una pegada de la que, otra vez el sábado, el Recre adoleció frente a un rival que supo aprovechar la inocencia onubense para llevarse tres puntos, tal vez exagerados por merecimientos reales, pero conseguidos porque el balón sí supo colarlo el Sevilla. Mala época para tener la pólvora mojada. Y es que el tramo final de la Liga se inicia con una carencia que, por ahora, ya le ha costado el Decano regresar a los puestos de descenso. Porque si la tienes clara en varias ocasiones y en ninguna de ellas, la mandas adentro, y además el Recre hace que él mismo sea su rival más peligroso, pues entonces, merecida o no, la derrota acaba llegando. Hasta cuatro claras habían fabricado los chicos de Alcaraz, antes de que Poli regalara oro a la legión de Jiménez. La acción del minuto 30 no conducía a nada, pero la entrada a destiempo del lateral recreativista sobre Renato hizo que le partido tomara la forma que los sevillistas querían. Kanouté la mandó adentro, y a partir de ahí, la comodidad fue la mejor compañera del conjunto hispalense. Se juega de igual, menos en el gol, y eso condena al Decano a tener que sufrir y empezar a afrontar este tramo final estando en los puestos de descenso. Y la próxima semana, toca visitar el Nou Camp, para enfrentarse a un Barça que, seguro, tampoco perdonará cuando le toque derrumbar al impreciso Recre.