No creo que sea necesario hablar del porqué de las Marchas por la Dignidad. A estas alturas, quienes han querido se han informado y quienes no, habrán visto la televisión del régimen.
Empezaré diciendo que quiero dejar clara mi postura ante la violencia, en contra de los grupos de exaltados que en muchas manifestaciones aprovechan la impunidad del incógnito para atacar a la policía y provocar la reacción contra el global de la movilización.
Evidentemente no debía ir aquí un punto y aparte. Además me gustaría añadir que por una razón pragmática: la violencia que provoca la reacción de la policía tendrá fácilmente como consecuencia que las personas que se movilizaron con el propósito de manifestarse pacíficamente, se vean envueltas en batallas que solo les pueden traer riesgos y daños. Esto derivará en que en las futuras movilizaciones se piensen acudir, por lo tanto produce efectos altamente negativos.
Tampoco se puede obviar que son muchos los agentes, en especial antidisturbios, que se emplean con una dureza excesiva, sin muchos miramientos a la hora de buscar sus objetivos, lamentablemente errados en múltiples casos. ¿Qué habría pasado si las Eleecciones Europeas no estuvieran a la vuelta dela esquina? Está claro, que en esta ocasión han sido selectivos contra los agresores y mucho más comedidos que en otras ocasiones. No hay duda de que las instrucciones han sido distintas a las acostumbradas y que los principales responsables de la actuación policial son por lo general quienes toman las decisiones en los despachos.
Las declaraciones de Cristina Cifuentes, Delegada del Gobierno en Madrid, diferencian entre los provocadores y la ejemplaridad de la práctica totalidad de las Marchas, refrendando el argumento anterior.
No se puede decir lo mismo de las provocaciones de Ignacio González, Presidente de la CAM, comparando las Marchas con “Amanecer Dorado”, o las de Salvador Victoria, Portavoz del Gobierno Regional de Madrid, considerando las columnas como extrema izquierda, particularizando en el Sindicato Andaluz de Trabajadores. Quienes hemos compartido algún acto con ellos, sabemos del esfuerzo ímprobo del SAT por evitar que nadie cometa ningún acto violento. También les acusó de ladrones por sacar de un supermercado artículos de primera necesidad para dárselos a quienes no tienen nada. No se plantea este personaje que ellos nos roban miles de millones de euros para regalárselos a los bancos. ¿Quiénes son más ladrones?
También son provocaciones los exhaustivos controles que llevó a cabo la Guardia Civil en las carreteras de acceso a Madrid a los autobuses y automóviles que lucían símbolos de la Marcha, llegando a retener 100 autobuses entre una y tres horas.
En cuanto a las cifras, para qué hablar: fotos comparativas en internet muestran las distintas varas de medir que tiene el gobierno. La prensa española más vergonzosa que nunca. ¿Tenemos que leer la prensa extranjera para saber la verdad de lo que pasa en nuestro país? Menos mal que nos queda internet.
Tampoco tendrían ya calificativos determinadas actitudes que se han querido ocultar pero que hoy, con los medios que nos proporciona la red, se han puesto al descubierto. ¿Hay respuesta para qué el inicio de los incidentes coincidieran con la de emisión de los informativos? ¿Hay justificación para que los mismos que formaban parte de los grupos radicales, con sus pasamontañas y su actitud hostil a la policía se les encontrara en otras fotografías al lado de los coches policiales departiendo con los policías de uniforme? ¿Hay decencia para mostrar como prueba de los peligrosos artilugios con que agredir a los agentes, fotos con objetos de otras fechas? ¿Y después pretenden que se les crea?
En absoluto puede servir estos párrafos para defender lo indefendible: Estamos contra la violencia venga de donde venga. Se sabe, porque también hay pruebas documentales, que cuando empezaron las acciones violentas muchas de las personas que estaban en la manifestación se encararon con ellos. ¿A qué viene entonces criminalizar a los organizadores de las marchas? Esto tiene todo los visos de haber sido orquestado por quien quiere que se acaben las quejas de la ciudadanía y aprovecharse para asociar reivindicaciones con vandalismo. Esto, guste o no, huele a burdo montaje que habrá quien se lo trague. Cada vez está más claro que el único interés de los responsables del gobierno y de la amplia mayoría de quienes lo sustentan, tanto económica como ideológicamente, es sojuzgar al país y obligar al resto a este trágala del siglo XXI.
Ahora más que nunca, se ve que hay que decir alto y claro, que no estamos de acuerdo, que ya está bien de abusos, que no nos van a parar por mucho que mientan, que nos acusen falsamente y que se empeñen en desacreditar una lucha justa e imprescindible, que vamos a seguir adelante que ¡Sí, se puede!¡Juntos Podemos! ,