El juez de la Audiencia Nacional ha conseguido ser la estrella por excelencia de estas elecciones agitadas, en las que los dos dirigentes de los mayores partidos, Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero, se han visto forzado a manifestarse en contra o a favor de las actuaciones del famoso magistrado. Ambos políticos, con seguridad, sospechan que las revelaciones que tiene en su mano el juez pueden incidir de manera importante en los resultados de las elecciones del primero de marzo, y de ahí que uno, el dirigente del PP, trate de difamarlo –es socialista– y el otro, el dirigente del PSOE, defienda su independencia y el valor de sus trabajos.
A ver si empuja al señor Garzón fuera de la causa, explicaba Pérez Rubalcaba el propósito de Rajoy de dedicar cada día una parte de sus mítines a Garzón. Sin embargo, y aunque el juez no ha pedido ayudas a los tribunales superiores, TS y TC, o CGPJ, parece evidente que todos ellos estarían dispuestos a garantizar su trabajo, por incómodo que pueda resultar, y está resultando, a una de las fuerzas políticas. Es evidente que en el Partido Popular, y a todos los niveles, Garzón se ha convertido en el “enemigo público número uno”, y que tras haber sido “descabalgado” el ya ex ministro Bermejo, se trata ahora de quitarse de en medio al otro participante en la famosa cacería de Jaén.
¿Garzón, en esta pelea, puede sacar de su duda a los indecisos y llevarlos a las urnas? Porque esa es la asignatura de las últimas horas de esta severísima campaña, en la que Rajoy ha puesto toda la carne en el asador, tanto posiblemente como el mismísimo candidato Núñez Feijóo. Y es que nadie duda de que unos buenos o unos malos resultados del PP en Galicia pueden causar tranquilidad o más inestabilidad en el seno del principal partido de la oposición, que ya tiene bastante “lío” en sus entrañas, como nos demuestran las filtraciones que se han llegado a conocer del Caso Correa o Gürtel.
Rajoy ha llegado a exprimir todos los argumentos, entre ellos que “todo este escándalo de Garzón terminará en nada”, como tantos otros sumarios del conocido juez...
Curiosamente, y en atención a esa trascendencia para Rajoy y para el Gobierno de Galicia, de estas elecciones, las otras, las vascas, han pasado a un segundo plano. Allí, casi todos dan por hecho que puede producirse un vuelco importantísimo, porque el PNV dejaría de ser, por esta vez, el partido mayoritario, y consiguientemente, puede abrirse la posibilidad de un gobierno alternativo no nacionalista, o al menos socialista-nacionalista, similar a los de Cataluña y Galicia, donde el PSOE ha conseguido gobernar con la ayuda de los nacionalistas del lugar.
¿Qué fórmula podría servir en Euskadi? Es improbable que, en caso de vencer en número de escaños, Patxi López recurra al PP. Tampoco al PNV... Es más probable que intente gobernar en solitario, y que, apelando a intereses generales, recurra a una u otra fuerza, según las situaciones. Pero todo está por ver, y dependerá de lo que determinen los vascos, en esta campaña en la que Ibarretxe ha hecho, también, un esfuerzo supremo para tratar de justificar sus muchos años de lehendakari y para optar nuevamente a ese cargo, consciente de que puede estar en su última oportunidad para continuar en Ajuria Enea.
Este sábado estamos ya en jornada de reflexión. Las palabras, muchas veces airadas, amenazantes, de denuncias escasamente matizadas de las últimas semanas, empiezan a reposar en la memoria o en la conciencia de los ciudadanos con derecho a voto. ¿Todo sirve para ganar un voto, incluso los argumentos menos consistentes, los datos comprobadamente falsos? Es la duda que se ha llegado a albergar en muchos ciudadanos.