El pasado domingo los andaluces que acudieron a votar se pronunciaron para definir cómo se configurará el parlamento andaluz la próxima legislatura. Los números son claros: 50 diputados para el Partido Popular, 47 diputados para el PSOE y 12 diputados para Izquierda Unida. Si estos resultados se comparan con los de las elecciones anteriores de 2008 y por mucho que algunos se empeñen, el resultado de estas elecciones arroja dos ganadores, uno absoluto y otro relativo, y un gran perdedor. El Partido Popular liderado por Javier Arenas ha ganado con claridad las elecciones en Andalucía, en Cádiz y en Jerez. Los andaluces, gaditanos y jerezanos han otorgado al Partido Popular una victoria histórica, que si bien no es suficiente para gobernar en solitario, es indicativo de que los andaluces han votado el cambio. Izquierda Unida es, atendiendo a los resultados, un ganador relativo ya que ha conseguido, también de forma clara, duplicar su participación en la cámara andaluza pasando de 6 a 12 diputados. Y tendrán que preguntar a sus bases cual es el sentido de ese voto. Si apuestan por el cambio o van a entregar el poder a los de siempre.
Y aunque el PSOE quiera ocultar su derrota con celebraciones, tartas y velas, por mucho que quieran apuntarse al carro de la victoria, han salido derrotados con claridad. El PSOE ha perdido 9 diputados, bajando de 56 a 47 escaños, y por primera vez en la historia de Andalucía el PSOE ha perdido con claridad las elecciones en nuestra comunidad. Por muchos gritos, saltos y respingos que hayan dado Griñán, Cabañas y Pilar Sánchez, los tres, uno tras otro, han sido los grandes perdedores de estas elecciones y los números no fallan. Grandes perdedores aunque por aquello de los pactos democráticos, izquierda unida les pudiera permitir seguir actuando como lo han hecho durante estos años.
Lo que ha demostrado el PSOE con esa “extraña alegría” es que les da igual lo que hayan votado en mayoría los andaluces y que sólo les preocupa mantenerse en el poder y seguir “alimentando” con el dinero de todos a sus adeptos. El voto del cambio les ha convertido en los grandes perdedores de estos comicios.
Y ahora se abre el escenario para la formación del nuevo Gobierno. Se abre el escenario para saber si las fuerzas políticas van a respetar el voto de la mayoría de andaluces o van a permitir que el PSOE de los ERES, el PSOE del millón doscientos mil parados, el PSOE de los 25 delegados provinciales o de los 30.000 teléfonos móviles siga gobernando en nuestra tierra.
Las fuerzas políticas deben dejar claro si de verdad quieren solucionar el problema de los andaluces o por el contrario lo único que están haciendo es comenzar a repartirse un pastel. Un pastel que todo hace indicar que al PSOE, el gran perdedor, se le puede atragantar.