El tiempo en: San Fernando

Trópico de letras

Impacto navideño

Estas fiestas navideñas, tengo que decir que tienen una cara muy bonita, positiva, pues se derraman y derrochan los buenos deseos...

Publicado: 22/12/2024 ·
10:22
· Actualizado: 22/12/2024 · 10:22
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
  • Cena familiar de navidad. -
Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

VISITAR BLOG

Se cree y se dice que la Navidad es época de alegría y de reuniones familiares. Para los niños es un tiempo de descanso, de vacaciones, emociones e ilusión. La familia se convierte en protagonista. Se celebra en todo el mundo como el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, y tiene un gran significado religioso para los cristianos. Sin embargo, a mí me gustaría dar un paseo por la historia, sin ánimo de desalentar a nadie ni de “aguar” fiestas.

Desde hace muchísimo tiempo, antes del nacimiento de Jesús, en Asia Central y en Oriente Medio, durante el solsticio de invierno, se celebraba la Yaldá (nacimiento, natividad), como Natalis Invicti del dios Mitra, el Sol Invencible. Ese era el día en el que el Señor de la Luz y la Justicia vence al amo del Mal y de las Tinieblas, alumbrando la vida de los seres humanos. Después de la caída del Imperio Sasánida y la implantación del Islam, esta festividad perdió importancia religiosa, aunque se convirtió en una ocasión social en la que la familia se reunía con los amigos más cercanos para comer y festejar. Más tarde, los transmisores de este credo a Occidente fueron los soldados romanos cuando se encontraban en guerra con Persia, quedando fascinados por la fe mitraica, transmitiéndola a sus gentes. Tanto es así, que el emperador Nerón, declaró esta costumbre como fiesta oficial en Roma, el 25 de diciembre, como el día de la natividad de Mitra, organizando grandes orgías báquicas y eróticas al celebrar el nacimiento de la Luz del Mundo. Los cristianos, para quitarle el contenido pagano, consideraron que debían darle un sabor ético, convenciendo a sus partidarios para celebrarlas con mayor comedimiento y sobriedad. Buda existía como ser inmaterial en el cielo antes de su bajada a la tierra. El dios del sol egipcio fecundó a la esposa virgen del rey: "La virgen ha parido, recibid la luz. El gran rey, el bienhechor Osiris, ha nacido. Os ha nacido hoy el salvador". En Persia, Zaratustra era hijo de virgen. Hera parió a Hefesto siendo virgen. A Mitra lo adoraron los pastores llevándole las primicias de sus rebaños. ¡Cuántas similitudes y semejanzas con nuestra Navidad! Yo no digo nada, lo dicen todo los libros de historia.

Llegado a este punto y hoy en día, me doy cuenta también de cómo ha evolucionado nuestra fiesta navideña. Me pregunto si cuando nació Jesús en aquel pesebre había un árbol adornado con bolas y luces de colores. No, no lo había porque esta es una costumbre germánica basada en tradiciones bárbaras de mucho tiempo después del nacimiento de Jesús. Tampoco existía un Papá Noel gordinflón con cabello y barba blanca vestido de rojo y portando regalos en su saco. Ni un Santa Klaus, ni un san Nicolás repartiendo obsequios a todos los niños del mundo. Ni Belén tenía sus calles adornadas con luces de colores y diferentes formas y figuras.

Volviendo al principio del artículo, estas fiestas navideñas, tengo que decir que tienen una cara muy bonita, positiva, pues se derraman y derrochan los buenos deseos, los abrazos, la ternura, se desborda la generosidad y la solidaridad, sin embargo, creo que tiene otra cara que no es tan positiva, ni bella ni mágica. Nos presentan en la televisión películas en las que la vida en la Navidad se ve perfecta, pero no es así; la vida durante esta fiesta no es perfecta, y no lo es porque trae consigo un impacto negativo: existen preocupaciones económicas, la ansiedad hace acto de presencia, existe la soledad de aquellas personas que no tienen con quien celebrarlas, están presentes las relaciones familiares difíciles, gente que lucha por sobrevivir y salir adelante; hay guerras, inundaciones, migraciones, maltratos, se sufre estrés y agotamiento por el apremio de hacer las compras o elegir el regalo perfecto para cada uno de nuestros seres queridos...

¿Y dónde dejamos el materialismo, la comercialización, el consumismo o las celebraciones excéntricas, ¿cabe aquí el significado espiritual del nacimiento de Jesús? No, queda totalmente ensombrecido. ¿Y son ciertos todos esos anuncios publicitarios en los que se muestra que todo el mundo está feliz? ¿Son precisos o en realidad son extraños, poco realistas, e intentan convencernos de una falsedad?

Hace poco leí que en el año 1659, la Colonia de la Bahía de Massasuchetts promulgó una ley llamada “Penalización”, por celebrar la Navidad, pues se pensaba que festejarla de manera supersticiosa era una gran ofensa y deshonra para Dios. Si alguna persona era sorprendida celebrándola sin trabajar, debía pagar 5 chelines de multa.

Otro efecto negativo es la ingesta de alimentos mal procesados, con más azúcares y componentes nocivos con los que se cogerán peso adicional (entre dos y cinco kilos, según las estadísticas). Eso, sin contar que algunos de estos alimentos han hecho el recorrido de hasta cinco mil kilómetros antes de que lleguen a nuestros hogares o que puedan estar elaborados de maneras poco sostenibles, a lo que añadiremos lo que le cuesta a nuestro querido planeta el abuso de carnes y pescados.

Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo), decía hace unos años, que en Reino Unido, todas las Navidades, acababan en la basura 83 kilómetros cuadrados de papel de regalo, lo suficiente para cubrir la isla de Formentera. Ecovidrio asegura que en estas fechas se recogen un 20% de los envases de vidrio que se reciclan a lo largo del año. En el caso de la comida, el otro gran dispendio de estas fechas, de media, cada familia puede llegar a tirar en torno a un 25% de  la comida que ha comprado, de acuerdo a un estudio publicado por IKEA las navidades pasadas. Y eso después de habernos gastado un 12% más en la compra que durante el resto del año ( Nielsen, líder mundial en análisis de audiencias, datos...)

Si no existiera la Navidad, seguramente buscaríamos celebrar alguna otra cosa que la reemplazara. Al fin y al cabo vivimos en un mundo capitalista y este tipo de conductas se promueven bastante, ya sea en el Black Friday, el Ciber Monday, la Navidad o San Valentín.

No digo que no se celebre la Navidad, pero hagámoslo de forma responsable.

FELIZ NAVIDAD para todos. 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN