Al compás de tres por cuatro se nos acaba de ir un febrero que ya guarda bombos y cajas hasta que comiencen los ensayos para el próximo Carnaval. Porque esto es un no parar, sobre todo para los jartibles, entre los que me incluyo, que, si por ellos fuera, se llevarían todo el año cantando y escuchando pasodobles y cuplés. Pero este artículo no va de jartibles, sino de malajes.
Según el Diccionario de la Lengua Española, el malaje se define como una persona desagradable, que tiene mala sombra. Nada más lejos de la realidad si me refiero al protagonista de este escrito.
Durante un tiempo, estuve trabajando como vigilante en la obra de construcción de unas viviendas. Una noche, ya casi entrada la madrugada, oí unas voces que provenían de la entrada al recinto. Hacia allí me dirigí para llevarme una enorme y grata sorpresa; colocándose en la correspondiente formación, los inesperados visitantes comenzaron a cantar.
“Y nació, entre pinos y mar, bañado por la sal, entre las caracolas”.
Con una gran sonrisa, como no podía ser de otra forma, me uní al canto de la chirigota. Pero no se trataba de una chirigota cualquiera, ya que era la de Manolito Herrera, con todos sus titulares.
Allí estaban el crack Kisco, con su potente voz, y esa mágica mezcla de Pérez y Rendones que formaban la columna vertebral del grupo. Fue una actuación inigualable. Porque solo unos colgaos como ellos pueden tener la idea de cantar su repertorio a un aburrido vigilante. De todas formas, esa es una de sus benditas locuras, ya que también ofrecieron pases a algunas mujeres que los escuchaban desde el portal de su casa o a su espectador fetiche: el muñeco del Parque del Ayuntamiento.
“Y surgió, entre arena y coral, de una dulce canción que trajeron las olas”.
Los ricos también cagan, los despistaos, buscando un tipo, de qué vamos vestíos, safari, los masturbados, entre rajas, la levantera, los zángeles caídos, los batallitas, el arca de Noé Sié...
Estos son solo algunos de los nombres de sus agrupaciones. Para el final he dejado al memorable Comando del capitán Tajarina, que conquistó el tercer premio de chirigota juvenil en el Falla (había dos agrupaciones y quedamos terceros, con tó el arte del mundo).
Como habrán podido comprobar, sobre todo si lo conocen, Manolito Herrera puede ser cualquier cosa menos malaje. Bueno, eso si no hablamos del tipo que llevaban cuando sacaron la chirigota que se llamaba así, los malajes. Porque ni ellos mismos sabían de qué iban disfrazados.
Para mí, sin duda, esta chirigota es la reina del Carnaval callejero de Barbate. Y por eso se les debería obligar a salir todos los años. Por su gracia, por sus letras y por la forma tan peculiar que tienen de vivir y disfrutar esta fiesta.
Por mi parte, seguiré cantando “Y nació” cada vez que me los encuentre y esperaré, con paciencia, a que Manolo me quiera explicar, si lo sabe, en qué coño consistía el disfraz de los malajes.
