Es menos duro que chapuza y más que descoordinación. Pero, al final, ha resultado una pifia. Hay tiempo y mecanismos para restaurar el desconcierto legal y moral que se ha creado entre las cúpulas y los seguidores del conjunto de partidos que han tardado tanto en ponerse de acuerdo para crear un polo de izquierda en el proceso electoral del 19 de junio.
El espacio a la izquierda del PSOE sigue siendo preciso en el panorama andaluz, en el que ha perjudicado a esa izquierda insumisa la división enquistada, hasta el extremo de la presentación de recursos al Tribunal Constitucional, contra los antiguos componentes de
Unidas Podemos, que obtuvieron de la cámara andaluza el control del grupo parlamentario, a pesar de no contar con la mayoría de sus componentes.
El grupo de Teresa Rodriguez -Adelante Andalucía- ha cumplido un papel divisionista y, finalmente, irá en solitario con un andalucismo-anticapitalismo, de obediencia andaluza muy personalista, hasta ahora desconocido en Andalucía, aunque no en España. Al igual que Pablo Iglesias pondrá su cara en la papeleta electoral. Ni Rojas-Marcos ni Pedro Pacheco llegaron nunca a tanto en sus partidos.
No acaba la cosa ahí.
Pablo Iglesias no se ha cortado en declarar que “lo de Andalucía es un horror y yo creo que a muchos nos causa vergüenza” o “hemos vuelto a los despachos, las puñaladas, los registros, las filtraciones”. Sus dardos van dirigidos contra la escuchadora, la vicepresidenta Yolanda Díaz, muy bien valorada por la opinión pública, pero aún esperando para lanzarse al ruedo de la conformación de su espacio político. No parece una buena forma de comienzo. El proceso negociador entre
Podemos, IU, Más País Andalucía, Alianza Verde, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz ha sido demasiado largo y es imperdonable -cabe la posibilidad remota de que pueda ser subsanable- el retraso en la inscripción formal en los registros electorales que, de momento, dejan descolgados a Podemos y Alianza Verde. Los dos candidatos posibles
-Inmaculada Nieto y Juan Antonio Delgado- eran bien conocidos en el panorama político andaluz y han cometido el error de primar las siglas sobre los contenidos. El meollo es el espacio que representan, no quien lo encabezaba, con ello han puesto mas difícil darle el añadido de ilusión y unidad que el proyecto necesitaba. Hay tiempo aún para relanzar la imagen: Por Andalucía.