El destino de Charles Manson
En el pasado mes de agosto se cumplieron cuarenta años de la matanza coordinada por Charles Manson (Cincinnati, 1934)
En el pasado mes de agosto se cumplieron cuarenta años de la matanza coordinada por Charles Manson (Cincinnati, 1934). En mayo de 2007 el Estado de California (USA) denegaba nuevamente la solicitud de libertad condicional para Manson, máximo responsable del asesinato, en la madrugada del 8 al 9 de agosto de 1969, de la actriz Sharon Tate y de otras seis personas.
Aquello fue un episodio que conmocionó al mundo, una historia real de terror sin cuentos ni tonterías. Sharon Tate, de 26 años, era la esposa del actor y director polaco Roman Polanski y estaba en el octavo mes de su embarazo cuando fue liquidada sin contemplaciones. Le cortaron los pechos y le vaciaron el vientre. Decir que murió desangrada suena a broma.
En el domicilio de los Polanski (10050 Cielo Drive, Benedict Canyon, entre Studio City y Beverly Hills, Los Ángeles) cayeron cuatro amigos de la pareja: Abigail Folger, Voytek Frykowsky. Steve Parent y Jay Sebring. Pero el matrimonio formado por Leno y Rosemary La Bianca, incluidos dentro del mismo lote sacrificial, fue asesinado en otro lugar, concretamente en su residencia del 3301 de Waverly Drive, Los Feliz, también en Los Ángeles. Fue una colosal carnicería con mutilaciones, tiros, mensajes escritos en las paredes con la sangre de las víctimas y una parafernalia que hacía pensar en una masacre de signo ritual. Polanski se salvó al hallarse de viaje por Europa.
Los crímenes fueron cometidos por un grupo de seguidores de Charles Manson, un gurú que se hacía llamar por ellos Satán. El aparato ideológico de la sociedad, conocida como "La Familia", consistía en una indigesta berza a base de cultos diabólicos, profecías apocalípticas, hipnotismo, zodíacos, pirámides mágicas, nigromancia, sexo arrabalero y mucha droga. Es decir, una de las ramificaciones más tétricas de aquella supina majadería vendida bajo el pretencioso epígrafe de contracultura.
Desde el movimiento hippy se llegaba fácilmente, por desesperación, a una larga serie de soluciones tan psicopatológicas como ridículas: el orientalismo de breviario, los extraterrestres, el esoterismo en sus múltiples variantes, las sectas satánicas, la artesanía ambulante, el ecologismo como religión o las comunas agrícolas. Fue el hippismo un producto comercial específica y sabiamente diseñado para masas de jóvenes idealistas y descerebrados. Eso sí, muy rentable para la media docena de listos de siempre.
Manson no participó directamente en la matanza, pero sí fue el autor intelectual. La figura de este sujeto generó a su alrededor extrañas corrientes de simpatía y admiración. Fueron muchos los que se sintieron fascinados ante la contemplación de aquello que consideraban como una encarnación del mal en estado puro. Este tipo de fantasías hace estragos entre la gente tímida, reprimida y pusilánime, entre los acomplejados, los impotentes, los obtusos, los mitómanos, los histéricos, los fascistoides, los malos estudiantes, los cogeculos, los ciberneuróticos y toda suerte de papafritas.
La más reciente versión de los hechos ha sido aportada por Melody Patterson, una actriz televisiva amiga de los Polanski y, durante un tiempo, miembro del clan Manson, al que se adhirió, tras la muerte de su novio, en busca de paz y serenidad. Vaya ojo que tuvo. Según Patterson, el misterio se reduce a una venganza cuyo objetivo no era la exuberante Sharon Tate, sino su peluquero, Jay Sebring, un aficionado al sexo sádico que poseía en el sótano de su casa una cámara de tortura al completo, donde se dedicaba a la cosa del látigo, el potro y la mordaza. Sebring habría abusado de dos chicas pertenecientes a "The Family" y Manson se vengó, por derecho, del "coiffeur" y de sus padrinos y protectores, los La Bianca. El resto fueron daños colaterales. En 2012, Manson podrá solicitar audiencia para obtener la condicional.
Aquello fue un episodio que conmocionó al mundo, una historia real de terror sin cuentos ni tonterías. Sharon Tate, de 26 años, era la esposa del actor y director polaco Roman Polanski y estaba en el octavo mes de su embarazo cuando fue liquidada sin contemplaciones. Le cortaron los pechos y le vaciaron el vientre. Decir que murió desangrada suena a broma.
En el domicilio de los Polanski (10050 Cielo Drive, Benedict Canyon, entre Studio City y Beverly Hills, Los Ángeles) cayeron cuatro amigos de la pareja: Abigail Folger, Voytek Frykowsky. Steve Parent y Jay Sebring. Pero el matrimonio formado por Leno y Rosemary La Bianca, incluidos dentro del mismo lote sacrificial, fue asesinado en otro lugar, concretamente en su residencia del 3301 de Waverly Drive, Los Feliz, también en Los Ángeles. Fue una colosal carnicería con mutilaciones, tiros, mensajes escritos en las paredes con la sangre de las víctimas y una parafernalia que hacía pensar en una masacre de signo ritual. Polanski se salvó al hallarse de viaje por Europa.
Los crímenes fueron cometidos por un grupo de seguidores de Charles Manson, un gurú que se hacía llamar por ellos Satán. El aparato ideológico de la sociedad, conocida como "La Familia", consistía en una indigesta berza a base de cultos diabólicos, profecías apocalípticas, hipnotismo, zodíacos, pirámides mágicas, nigromancia, sexo arrabalero y mucha droga. Es decir, una de las ramificaciones más tétricas de aquella supina majadería vendida bajo el pretencioso epígrafe de contracultura.
Desde el movimiento hippy se llegaba fácilmente, por desesperación, a una larga serie de soluciones tan psicopatológicas como ridículas: el orientalismo de breviario, los extraterrestres, el esoterismo en sus múltiples variantes, las sectas satánicas, la artesanía ambulante, el ecologismo como religión o las comunas agrícolas. Fue el hippismo un producto comercial específica y sabiamente diseñado para masas de jóvenes idealistas y descerebrados. Eso sí, muy rentable para la media docena de listos de siempre.
Manson no participó directamente en la matanza, pero sí fue el autor intelectual. La figura de este sujeto generó a su alrededor extrañas corrientes de simpatía y admiración. Fueron muchos los que se sintieron fascinados ante la contemplación de aquello que consideraban como una encarnación del mal en estado puro. Este tipo de fantasías hace estragos entre la gente tímida, reprimida y pusilánime, entre los acomplejados, los impotentes, los obtusos, los mitómanos, los histéricos, los fascistoides, los malos estudiantes, los cogeculos, los ciberneuróticos y toda suerte de papafritas.
La más reciente versión de los hechos ha sido aportada por Melody Patterson, una actriz televisiva amiga de los Polanski y, durante un tiempo, miembro del clan Manson, al que se adhirió, tras la muerte de su novio, en busca de paz y serenidad. Vaya ojo que tuvo. Según Patterson, el misterio se reduce a una venganza cuyo objetivo no era la exuberante Sharon Tate, sino su peluquero, Jay Sebring, un aficionado al sexo sádico que poseía en el sótano de su casa una cámara de tortura al completo, donde se dedicaba a la cosa del látigo, el potro y la mordaza. Sebring habría abusado de dos chicas pertenecientes a "The Family" y Manson se vengó, por derecho, del "coiffeur" y de sus padrinos y protectores, los La Bianca. El resto fueron daños colaterales. En 2012, Manson podrá solicitar audiencia para obtener la condicional.
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