Hoy quiero expresar muchas cosas que siempre he ocultado, porque estaban retenidas en la egolatría de mí ser superior. Quizá nunca me atreví a pronunciarlas para no delatar la superioridad que siempre me inspiraste. Pero hoy, en tu día, deseo expresarlas con valor y sin miedo a mostrar mis verdaderos sentimientos, liberando así la supremacía que me inculcara la sociedad en la que me crié, tan nefasta y preponderante durante tantos años.
En justicia a todos los merecimientos que los hombres te negamos, me atrevo a desnudar mi otro yo, en la asignatura de los versos.
SONETO
Solo el tiempo sería tu aliado,
con su paciente reloj de tardanza,
soportando las horas de esperanza,
evocando la herencia del pasado.
Un estigma grabado a sangre y fuego
creado por el ser más inseguro,
taciturno, celoso, inmaduro.
Henchido con pasiones de su de ego
Después de tantos años coartada,
hoy proclama el “derecho de mujer”:
empresa tantas veces mancillada
Portando con orgullo el bello nombre
que, con grandeza emerge de tu ser;
despertado los miedos en el hombre.
A TI MUJER
De niño sentí por ti, pasión, amor y desvelo.
Alegraba mis sentidos si aparecías en mis sueños.
La ternura de tus pechos amamantaba mi alma,
aclamando mi sonrisa el sostén de tu mirada.
Compañera de mi vida, norte y luz de mis caminos,
la musa de mis deseos, el final de mi destino.
Dulzura, amor y paciencia, madre y esposa a la vez.
Diosa, virgen, soberana, y sobre todo mujer.
A LA MUJER BARBATEÑA
Mujer que fuiste creada para dar fruto a la vida.
Mujer que llevas la cruz de la manzana prohibida.
Mujer diosa del amor con corazón de sirena.
Mujer de viento y de mar, barbateña y marinera.
En tu honor y en el de todas las mujeres condenadas por la historia a la sombra y el silencio, hoy quiero romper los antiguos tópicos creado por los hombres, diciendo:
“Delante de cada hombre siempre hay una extraordinaria y maravillosa mujer”.
Gracias por todo lo que me diste.