En una exaltación irresponsable de centralismo populista, con dosis añadidas de emulación soberanista, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, espetó ante las intenciones del Gobierno central de armonizar los impuestos autonómicos: “Seré la peor pesadilla de quienes quieran robarle a los madrileños”. Está claro que la nueva heroína popular está bien asesorada en la dialéctica política. Lanza una frase de primero de marketing que habrá fascinado no sólo a los simpatizantes conservadores, sino a madrileños de cualquier ideología. Incluso yo, que soy andaluz, me pondría a sus órdenes para defender tal tropelía si fuera verdad, pero la realidad es que nadie roba o va a robar a los madrileños. Es todo lo contrario: Madrid es la que roba recaudación de impuestos al resto de comunidades.
Hay muchas fakes sobre la aportación de Madrid a la solidaridad del país. Mentiras que descansan en perversas balanzas fiscales que olvidan que los territorios no tributan, sino los ciudadanos y las empresas. Y el problema es que Madrid, que presume de guardar las esencias del patriotismo y amor a España, hiere a diario al conjunto del país al captar sin pudor tributos que no le corresponden. Ejerce un efecto centrípeto al tirar algunos impuestos por los suelos con los que atrae fortunas, empresarios y corporaciones que, aunque tengan sede social, residencia o actividad en otra comunidad, fijan el domicilio fiscal en la capital de España para pagar menos.
La asimetría recaudatoria que provoca Madrid la conoce sobradamente el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, quien como líder del PP andaluz apoyó en 2018 “una necesaria armonización fiscal que impida el dumping”, como recoge el dictamen del Parlamento andaluz que votaron PP, PSOE, Podemos e IU para reclamar una justa financiación autonómica. Puedo entender que no se enfrente con su compañera madrileña y provoque una grieta en la estrategia nacional del PP en su desgaste a Pedro Sánchez por sus alianzas con ERC y Bildu. Ahora bien, Moreno se debe, antes que nada, a los andaluces y tiene la oportunidad de pasar a la historia de Andalucía como un presidente que defendió la autonomía financiera andaluza apoyando una armonización que acabe con el refugio fiscal madrileño que tanto daño nos hace. Para ello, el presidente -que tildó de “disparate colosal que un partido independentista nos obligue a subir impuestos”-, lo primero que tendría que hacer es alejarse del argumentario más populista de su partido porque sabe que no va a tener que subir los impuestos que ya ha bajado. Lo segundo es apoyar la armonización, como ha hecho Feijoo, y volver a ser el Moreno de 2018.