Para que una persona llegue a convertirse en un violador o en un pedófilo tiene que reunir dos condiciones: un alto deseo sexual, que puede estar determinado genéticamente, y un acceso fácil al sexo, explicó a Efe Montejo.
Con el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación, cada vez son más las personas que practican cibersexo y “la mayor parte vincula sus impulsos sexuales a la red porque piensan que se protege su identidad”, según Montejo.
“Cuanto más fácil se lo pongamos, más posibilidad de que haya delito sexual”, insistió.
Ángel Luis Montejo, quien participa en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatría que se celebra en Madrid bajo el lema “No hay salud sin salud mental”, reconoció que es muy difícil encontrar en las consultas a una persona que confiese sufrir estos trastornos, los cuales pueden pertenecer a cualquier nivel económico y social.
Defendió la importancia de la prevención en este tipo de trastornos psiquiátricos, como puede ser la detección de conductas de riesgo en las consultas.
Por ejemplo, “un deseo sexual excesivo, una frecuencia masturbatoria muy alta o una utilización extrema de la pornografía”.
Montejo comentó que se ha estudiado que delincuentes sexuales como el Estrangulador de Boston habían abusado “de una forma tremenda de la pornografía”.
Preguntado por el límite en el tema del uso de la pornografía, Montejo dijo: “El límite razonable está en aquello que hace sufrir a la persona”.
“La única manera de detectar a un pedófilo es o bien a través de investigación policial o a través de una comunicación espontánea del paciente, por esta razón tenemos muy pocos en consulta”, aseguró.
“Habitualmente lo ocultan –explica– porque saben que socialmente está mal visto, pero la minoría que recibe tratamiento reconoce que se encuentra algo mejor y que tiene menos deseo”.
La prevalencia es siempre mayor en hombres, pues es muy infrecuente la pedofilia en mujeres debido a que la testosterona es el motor del comportamiento sexual.