La ubicación en el calendario de la festividad del patrón de Alcalá la Real no ayuda, precisamente, a que estemos ante una celebración de masas. Quizá este año la circunstancia ha sido aun un poco más visible. Y es que tener como aliado un día soleado y de temperatura suave, como el de este jueves, puede augurar una concurrencia incluso más escasa que la de los últimos años. “El que no está en la aceituna se ha ido a comprar a Granada”, se oía comentar por ahí, y no les faltaba razón. El que fuera conocido en otros tiempos como “Día de San Hipercor”, acaso se ha transformado, con el correr de los tiempos, en el “Día de Santa Nevada”, que al caso viene a ser lo mismo. Este año los comercios parecen haberlo sentido de una forma especialmente patente, con un ambiente tan apagado y escaso de clientela como no se recordaba en muchos años. El signo de los tiempos. Por otro lado, el adelanto de la campaña encuentra enfrascados en la recolección de la aceituna al grueso de la población, con lo que al santo patrón quedan solo ese grupo de incondicionales que forman el corazón de la cofradía, unido a los pocos fieles que conservan la costumbre de acompañar por las desangeladas calles el paso del venerado obispo.
Sea como fuere, la tradición pervive. Santo Domingo sale a la placeta de las Angustias a eso del mediodía, y es recibido por los acordes musicales de la banda. Antes, en la iglesia lo han amenizado los miembros del Grupo Musical de Pulso y Púa de la Asociación de Antiguos Alumnos “Padre Talavera”. El templo está muy concurrido, y eso, al menos, arropa en un sentimiento de reafirmación a los presentes con la tradición, que hunde sus raíces en la toma de Alcalá en 1341, por las tropas de Alfonso XI. Santo Domingo inicia entonces su pausado pero solemne recorrido por el corazón urbano, acompañado de la corporación municipal bajo mazas. Tras la celebración de los oficios religiosos, llega el momento del acto de convivencia instaurado recientemente bajo el nombre de “Día de la Parroquia”. El 20 de diciembre sigue siendo un día especial, pese a la fría acogida general. Aunque cada vez el nombre se inscriba menos veces en el Registro Civil, siguen siendo muchos los que, en este día, festejan su onomástica, la mayoría de ellos con muchos años de vida y experiencia en este mundo. Y eso, siempre, es un doble motivo de celebración.