En tan sólo las dos semanas de rigor que transcurrieron entre el final de la Semana Santa y el inicio de la Feria de Abril se ha pasado de la aplicación de las nuevas tecnologías en la primera, para convertirla en lo que Espadas llamaría un evento “smart” (inteligente), al uso de los métodos tradicionales de siempre en la segunda.
Recuérdese que en la Semana Santa más tecnologizada de la historia se emplearon vallas “antipánico”, luminarias LED de intensidad variable, cámaras especiales para el conteo de personas y el control del movimiento de las bullas, GPS en los pasos de las cofradías….
Llegó la Feria de Abril, apenas unos días después de que el alcalde presentara Sevilla Futura para convertir la ciudad en un laboratorio tecnológico, y hete aquí al delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, recurriendo a indicadores indirectos para tratar de cuantificar el número de asistentes al festejo: los kilos de basura recogidos por Lipasam, el número de viajeros transportados por los autobuses de Tussam y los vagones del Metro, los coches aparcados en el Charco de la Pava….o sea, lo mismo de cada año.
La única innovación han sido esas cámaras colocadas en la portada y que permitían contar el número de personas que pasaban por debajo, pero ¿han tenido capacidad de discernimiento? Decía Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río, pero sí ha podido pasar las veces que ha querido bajo la portada de la Feria. A efectos estadísticos, ¿se han contado todas o una sola?
Innovaciones
¿Hasta qué punto se puede o se debe innovar en la Feria sin que pierda su esencia o haya que remitirse a la juanramoniana frase de “no la toquéis más que así es la rosa”? Lancemos algunas ideas más o menos heterodoxas al riesgo de ser descalificados por ellas y tomando como referencia la tópica expresión con la que en los periódicos se titulaba la anual portada sobre, valga la redundancia, la portada de la Feria: “ascua de luz”.
Aquí se alardea de que la Feria es una ciudad efímera que cuenta con todos los servicios de una ciudad real y con una iluminación propia compuesta por más de 200.000 bombillas, en la que destaca el “ascua de luz” de la portada. La magnífica de este año, inspirada en las antiguas casetas del Círculo Mercantil, se ha iluminado con 24.000 bombillas, pero la luz y su tonalidad han sido siempre las mismas, al igual que en todo el Real. Todo inmutable.
Si en la Semana Santa se han utilizado luminarias de intensidad variable, ¿por qué no intentar convertir la portada en un espectáculo lumínico distinto en formas y colores a lo largo de la noche para romper la monotonía? Y no sólo la portada. Podría ser todo el Real (o una contraportada experimental junto al puente de las Delicias) el que tuviera una iluminación cambiante que dotara al recinto de un nuevo atractivo y de ese modo convertir la Feria en una mayor Fiesta de la Luz, al modo de la que durante varios días a partir del 8 de diciembre, Día de la Inmaculada, se celebra desde 1852 (tan sólo cinco años después de la primera Feria de Abril) en la ciudad francesa de Lyon y que atrae a centenares de miles de turistas de todo el mundo.
Lyon como muestra
Toda la ciudad de Lyon se presta a convertirse en un gran escenario en el que más de un centenar de artistas multimedia convierten los muros de sus casas, monumentos y templos (basílica de Nuestra Señora de Fourvieres, catedral de San Juan) en los lienzos sobre los que proyectar sus creaciones (véase en Youtube cualquier vídeo sobre la Fiesta de la Luz, como, por ejemplo, éste sobre la del año pasado: https://www.youtube.com/watch?time_continue=2&v=diWy8OzspAU ).
Aquéllos combinan todo tipo de recursos técnicos a partir de la luz ( rayos láser, efectos especiales, música clásica, música electrónica…) con el añadido del espejo multiplicador de las luces que realizan las láminas de agua de sus dos ríos, el Ródano y el Saona, por donde han llegado a “navegar” trirremes romanas que no eran más que fantásticos juegos de luces, de forma mucho más avanzada que en el recordado espectáculo del lago de la Expo’92. Y recordemos que nuestra Feria se celebra junto a la dársena del Guadalquivir, desaprovechada a estos efectos salvo para albergar en sus orillas el castillo de fuegos artificiales, siempre en riesgo de no ser lanzados por la lluvia, algo que “a priori” no ocurriría con un espectáculo lumínico.
Esta Fiesta de la Luz en honor de la Virgen (los lioneses, aunque cada vez menos, decoran sus ventanas con cristales multicolores iluminados con velas) puesta al servicio de la creatividad artística no es exclusiva de Lyon (en Chartres, con su fabulosa catedral, celebran la suya a lo largo de seis meses, entre la primavera y el otoño), pero ha generado allí y en su entorno toda una potente industria lumínica que da empleo a 10.000 personas.
Una red mundial
Por eso no es de extrañar que fuera en esta urbe francesa donde en 2002 se fundó la Red Mundial de Ciudades de Luz (Lighting Urban Community International, o LUCI, por sus siglas en inglés), en la que se han integrado los municipios que otorgan a la iluminación un papel relevante, tanto artístico como económico, y que han sabido ver en la misma una fuente de cultura y riqueza, hasta el punto de que se dotan de una especie de PGOU de la luz, como el Plan Maestro de Iluminación Escénica Arquitectónica de San Luis de Potosí (México).
LUCI otorga un premio mundial, el The International City People Light Award, que patrocina la multinacional holandesa Philips y que falla un jurado compuesto por expertos en la materia (técnicos, historiadores, arquitectos, escenógrafos…).
En estos dieciséis años se han integrado en la Red Mundial 70 ciudades de los cinco continentes. Antes de seguir leyendo, ¿adivinan cuáles de España han adquirido la condición de miembros de pleno derecho de este club? Pues una de ellas es la ciudad cuyos dirigentes han demostrado a lo largo de los tiempos que tienen una estrategia clara y definida de futuro, basada en la apuesta por la cultura en todas sus expresiones y el turismo: Málaga. Así pues, Sevilla presume de su Feria con más de 200.000 luminarias y que consume electricidad equivalente a la de una ciudad de 50.000 personas, pero a la hora de la verdad quien está en foro mundial de la luz es la urbe de la Costa del Sol, que habrá hecho valer su iluminación especial navideña.
Y la otra española es Valladolid, justa ganadora del premio internacional City People Light en 2011 por su ruta Ríos de Luz, inspirada en el río Esgueva, y que permite realizar un paseo nocturno guiado (y de pago) por una treintena de edificios históricos que se van iluminando con colores dotados de una simbología (verde azulado, rojo imperial) y que en el caso de las iglesias varían en función del calendario litúrgico (morado, blanco, rojo y verde).
Farolillos
Decía el alcalde Espadas cuando presentó Sevilla Futura que sería cuestión de plantearles a las empresas avanzadas que componen dicha asociación, con proyectada sede en las antiguas naves de Renfe en el barrio de San Jerónimo, problemas de índole urbana para que aquéllas los resolvieran aplicando la innovación y las nuevas tecnologías.
Pues podría empezar él mismo pidiéndoles una solución para que la lluvia no destroce, como ha vuelto a ocurrir este año, los farolillos a las primeras de cambio y deje el Real sin este sencillo pero vistoso exorno de papel, cuyo diseño se atribuye al pintor Gustavo Bacarisas, el cual se habría inspirado en las lámparas chinas.
Ha pasado un siglo y los farolillos siguen siendo las primeras víctimas de las inclemencias meteorológicas, como si en este tiempo no hubieran surgido nuevos materiales que permitieran confeccionarlos de una forma más resistente sin que pierdan la flexibilidad del papel.
En Valencia, por ejemplo, la Universidad Politécnica está desarrollando para las Fallas un filamento compuesto por paja de arroz y serrín con el que imprimir en 3D los clásicos ninots y resolver el problema ecológico de los arrozales (no saben cómo librarse de los tallos una vez desgranado el arroz) y del desperdicio de madera en el modelado tradicional de las figuras.
Si en Valencia la Universidad aplica el I+D+i a las Fallas no vemos por qué en Sevilla no habría de aplicarse a la Feria de Abril.