Golfo es un perro de 8 años que un mal día dejó de tener sensibilidad en las patas traseras. Los veterinarios no pudieron solucionar su dolencia y Golfo quedó condenado a arrastrarse para poder desplazarse.
Lo mas lógico hubiera sido la inyección letal, ya que el perro tuvo que dejar de salir a su paseo diario y dejar medianamente de valerse por si mismo.
A su dueño ni le pasó por la cabeza la drástica solución y se puso a pensar e idear algún remedio para ayudar a su querido perro.
Y la respuesta fue un artilugio, que incorpora unas ruedas sobre las que apoya las patas traseras, diseñado a la medida de Golfo, y reformado cuantas veces ha hecho falta debido al crecimiento del animal, que le ha salvado la vida y ha hecho de él un perro feliz, según cuentan quienes le conocen desde pequeño.
Golfo pasea todos los dias por la zona de Puertas del Sur de Jerez con su sillita de ruedas y valiéndose por si mismo.
Su dueño lo lleva actualmente a un especialista que le da unos masajes y un tratamiento de acupuntura en su deseo de que pueda conseguir la normalidad.
La historia nos la relata un vecino de Jerez, Antonio Bueno, que ha sido testigo de uno de los paseos de Golfo y que conoció todos los detalles de boca de su dueño.