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Cardo mariano

Mientras no tomamos conciencia de nuestro propio poder, este país se muere de muchas cosas, pero de la que más, del hígado

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El cardo mariano es también conocido vulgarmente como cardo borriquero en Andalucía y en Canarias. Lo vemos creciendo en los bordes de las carreteras, de los cultivos o en antiguos terrenos cultivados. Esta planta que crece como maleza ha sido utilizada desde la antigüedad para depurar y regenerar el hígado. Ese órgano de color pardo, situado en la parte superior derecha del abdomen y cuyas patologías más conocidas son la hepatitis y la cirrosis, metaboliza los medicamentos. Descompone y elimina los tóxicos que introducimos en nuestro organismo. Si el trabajo que realiza es excesivo o es especialmente vulnerable, puede sufrir daño hepático.  Muchos medicamentos deterioran el hígado, desde el paracetamol, las píldoras anticonceptivas, las estatinas con las que tratamos el colesterol, los antiinflamatorios como el ibuprofeno, el diclofenaco, el metotrexato para la artritis, …

La forma en que tratamos las dolencias también puede enfermarnos. En esos casos, el cardo mariano, con toda su insignificancia puede ayudarnos a devolvernos la salud. La política estatal y autonómica española vive enferma del hígado. Envenenada por tanta corrupción y tanta incompetencia en la gestión. Vemos como ING devuelve a Holanda el dinero de su rescate, en Reino Unido sus bancos también reembolsan lo recibido, aquí ni políticos ni bancos se lo han planteado nunca. Pues esas decenas de miles de millones las pusieron muchos ciudadanos desahuciados que no recibieron rescate alguno cuando su vida quedaba a la deriva. Además, constantemente, lo público se ve obligado a metabolizar lo descartado por ineficaz. 

Ya están recolocados los consejeros que Susana Díaz cesó a principios de junio. El consejero de justicia, inmediatamente después de ser cesado dejó su acta de diputado y ya se ha reincorporado a la Fiscalía. La exconsejera de Educación preside ahora la Corporación Tecnológica de Andalucía y el exconsejero de Empleo, ahora es rector de la Universidad Internacional de Andalucía. El cardo mariano vive inconsciente de su relevancia, amedrentado por la situación económica, en el temor de ser arrancado de su débil situación laboral. Con su etiqueta de mala yerba, sin equipararse al trigo. Mientras no tomamos conciencia de nuestro propio poder,  este país se muere de muchas cosas, pero de la que más, del hígado.

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