El Real Madrid está grogui y al borde del abismo tras el 1-2 en la eliminatoria por el título que domina el Valencia, que dispondrá este viernes de una excelente ocasión, en su pista, de conseguir el que sería su primer entorchado en la Liga.
El problema del Real Madrid no es ir 1-2 y haber perdido los dos últimos partidos, sino que está grogui, desconectado, casi sin poder de reacción. Por cansancio, físico o mental, o por una suma de ambos después de una larga y durísima temporada.
Durante los primeros minutos del tercer partido el equipo de Pablo Laso pareció haber entendido la causa de su derrota en el segundo partido, pero después volvió a caer inconsciente y el Valencia, claro, le pasó por encima.
El juego en equipo del todavía vigente campeón, que le hizo tener una brillante trayectoria a lo largo de los últimos ocho meses, siendo campeón de la Liga regular tanto en casa como en Europa, además de campeón de la Copa del Rey, ha desaparecido y, lo que es peor, parece que nadie sabe donde buscarlo.
Entre la pléyade de estrellas de la plantilla del Madrid siempre había dos o tres jugadores que se sumaban a Sergio Llull en el aspecto ofensivo, lo que era suficiente para doblegar a cualquier rival que les saliera al paso, porque en defensa se cumplía.
Ahora, el Real Madrid es un equipo irreconocible. Bojan Dubljevic es un hito infranqueable para los pívots madridistas que se ven incapaces de frenarle y lo mismo ocurre con Fernando San Emeterio en el juego exterior.
Pero es que en cualquiera de los uno contra uno que se plantean en el partido el Madrid siempre sale derrotado. Ha pasado con Antoine Diot, con Romain Sato, con Guillem Vives, con Luke Sikma, con Pierre Oriola, con Will Thomas, con todos.
Mientras los jugadores del Valencia desarrollan quizá su mejor juego de la temporada, los del Madrid deambulan por la cancha sin ideas en ataque y sin que su defensa encuentre la manera de rebajar las prestaciones del rival.
"El que esté cansado que avise y que se quede en el hotel", dijo Llull en la previa del cuarto partido. "Tenemos que tratar de tirar de nuestro honor. Me da pena que el equipo, no sé si por cansancio físico o mental, en algún momento desconecta", apostilló Andrés Nocioni.
Las señales que envía el equipo, que no se entrena en la víspera, no son nada positivas, pero el Madrid es un equipo campeón que está acosado y acorralado. Y en estas circunstancias puede volverse peligroso..., si le queda un mínimo de fuerza y de concentración.