En los rostros de mucha gente que habita esta ciudad se muestra la terrible trayectoria de miseria por la que este país está pasando y, a su vez, por la deriva autoritaria en la que estamos inmersas. Nos encontramos en un contexto en el que la mayoría de la población está sufriendo intensas situaciones de violencia de diferente índole, legitimadas desde las propias instancias políticas y económicas, y que está quedando desposeída sistemáticamente de los recursos básicos ante la precarización y la pérdida de derechos en el mercado laboral, ante los recortes salvajes en el ámbito de servicios públicos, ante la reconversión privatizadora de todo lo que pueda garantizar una mínima igualdad en el acceso a los recursos por parte de las reformas neoliberales de un capitalismo que crisis tras crisis se “reinventa” con los mismos presupuestos ideológicos de siempre para mantener el status quo.
En este marco nos encontramos con una violencia estructural que en todas sus vertientes de sometimiento (en su nivel simbólico, cultural, político y económico) cuenta con el respaldo de una estructura social anclada en las múltiples formas de dominación que existen. Se trata de una violencia institucionalizada en tanto que cuenta con una legitimación y respaldo en la organización social para perpetuarse y reproducirse.
En este sentido, además de encontrarnos ante un desamparo y una vulnerabilidad en nuestras vidas constante, nos damos cuenta de que la condición de ciudadana y ciudadano también es restringida para una parte de la población: la ciudadanía es sustituida por el consumidor libre y responsable que satisface sus necesidades acudiendo a un mercado, eso sí, sólo los que poseen suficiente capital económico.
En estas circunstancias en las que las condiciones de vida de una mayoría de la población son inaguantables, las instancias políticas e institucionales no parecen registrar en el día a día las tensiones y la irreversibilidad de las decisiones que se están tomando desde las élites.
En este cóctel circunstancial de injusticia nace la iniciativa Ganemos El Puerto como una herramienta que construimos la gente para expresar el empoderamiento de una población abusada y denigrada por las circunstancias actuales.
Ganemos El Puerto no es un partido, ni una coalición de partidos, es una iniciativa ciudadana que se materializa en un proceso de trabajo abierto que busca la participación de personas a título individual y de los diferentes actores sociales, vecinales, culturales y políticos de nuestra ciudad.
Ganemos El Puerto nace para pasar de la resistencia a los golpes que recibimos en forma de la política local del Gobierno del PP y el PA a una respuesta activa que conjugue varias estrategias. Por un lado, es necesario desplegar la lucha en el ámbito electoral municipal donde podamos construir un poder local vinculado a los movimientos sociales que funcione como palanca para la defensa de los derechos sociales y el necesario cambio en el modelo de ciudad.
La ciudadanía a nivel local tiene la capacidad para autorrepresentarse, por ello Ganemos El Puerto nace con la intención de ser una candidatura ciudadana. En segundo lugar, es necesario que se fortalezca el movimiento social en la localidad para tener capacidad de control y vigilancia de dicho proceso y capacidad de presión en el propio territorio.
En El Puerto contamos con la trayectoria de movimientos sociales que llevan años confluyendo desde diferentes ámbitos (sociales, sindicales, vecinales, ecológicos), practicando una unidad en la lucha. Por ello, Ganemos El Puerto se puede configurar como una iniciativa municipalista asamblearia para que los movimientos sociales incidan en la toma de decisiones y en el plano institucional.
Aquí hay que tener presentes no sólo los objetivos sociopolíticos de cambio que se quieren conseguir, sino el cómo se lleva a cabo en términos de autoorganización de la gente. Los principios básicos organizativos en esta iniciativa no pueden ser otros que la participación directa y la horizontalidad de la gente en las asambleas como espacios donde se tomarán las decisiones y como espacios donde nacerá un proyecto común para la ciudad y una estrategia de lucha para conseguirlo.
En definitiva, Ganemos El Puerto puede tener un gran potencial como iniciativa municipalista. Puede ser una oportunidad para ejercer democracia directa en la toma de decisiones de lo que queremos como ciudad y en defensa de los derechos y bienes comunes que nos expolian. Ganemos el Puerto está naciendo.
Serán las asambleas ciudadanas como espacios en los que se tomen todas las decisiones importantes las que definirán, tanto la naturaleza definitiva de Ganemos El Puerto, como las iniciativas programáticas, electorales y metodológicas.