La Policía metropolitana indicó que habían sido identificados todas las víctimas mortales, menos cuatro en las que el proceso todavía no había concluido.
La oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de Naciones Unidas en Yakarta indicó a Efe que alrededor del 60% de los muertos son mujeres, niños y ancianos.
Las autoridades han advertido de que la cifra final podría variar por el número de damnificados que continúan desaparecidos.
Se calcula que, de los cerca de 5.000 afectados, alrededor de un centenar han resultado heridos por la ola de más de tres metros de alto que se formó con la rotura y están siendo atendidas en dos centros hospitalarios de la zona.
Las labores de rescate son lentas y complicadas por la cantidad de lodo y escombros que arrastró la riada.
Los equipos continúan en la zona, pero avanzan con dificultad por las calles inundadas con el agua embarrada hasta la cintura o en lanchas, esquivando objetos de todo tipo, desde sofás hasta automóviles volcados, en busca de más víctimas mortales.
“La mayoría de los fallecidos se encontraba en las zonas afectadas más lejos de la presa. Los que vivían más cerca escucharon las sirenas de alarma minutos antes de que reventara y lograron huir”, explicó el jefe de OCHA Indonesia, Ignacio León.
El agua ha anegado más de 400 viviendas, además de varias empresas, cinco subestaciones eléctricas y una escuela.
Cientos de personas han sido evacuadas y realojadas temporalmente en un campamento dentro de las instalaciones de la cercana universidad de Muhammadiyah.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) anunció que la situación de emergencia estaba controlada y que no era preciso ayuda internacional.