La ausencia de fitosanitarios “eficaces” para poder combatir este tipo de insectos es una de las principales quejas de los agricultores de la zona, que asumen con resignación las duras restricciones establecidas por Bruselas al respecto.
“Desde el verano no podemos usar materia bacteriana eficaz para favorecer el desarrollo de nuestros cultivos. No obstante, nuestra queja no es ésa principalmente, ya que en favor del entorno y los consumidores lo podemos asumir. El problema es que los países del norte de África no están sujetos a estas restricciones, y pueden comercializar dentro de nuestras fronteras con manga ancha a pesar de usar todo tipo de insecticidas”, denunció el gerente de la cooperativa, Juan Antonio Romero.
En este sentido, los profesionales del campo solicitan las mismas “exigencias” para los productos que se comercializan en el territorio nacional aunque no provengan de países pertenecientes al marco de la Unión Europea. “Se está dando competencia desleal, y eso no es justo para los agricultores andaluces que apostamos por quedarnos en nuestra tierra a pesar de los inconvenientes actuales”, continúo Romero, haciendo clara alusión a los empresarios que han trasladado sus sedes al norte de África porque allí cuenta con mayores “facilidades laborales y jurídicas”.
Las pérdidas en esta recogida de patatas se cifran por encima de los 360.000 euros, y aún habrá que esperar a valorar los efectos que este insecto provocará en la variedad temprana, que en estos días se está terminando de sembrar para ser retirada del campo en los meses de junio y julio.
“Hasta el verano contábamos con buenos fitosanitarios, pero ahora los únicos que son eficaces presentan unos precios desorbitados, y los comunes no son efectivos”, continúo Romero, que exige algún tipo de intervencionismo por parte de las administraciones públicas para evitar los “desajustes” que se están dando en el mercado en relación a la producción.
“Se cargaron el textil y ahora le toca el turno al campo”
“La gente que pone las normas en Bruselas no sabe lo que es trabajar a pie de campo”. Rafael Tortosa, agricultor en la Vega de Antequera, resume con estas palabras los inconvenientes que, a su juicio, se están encontrando en los últimos años los agricultores de toda Andalucía. “El campo podía llegar a ser rentable hace años, pero ahora el que no tiene trampas no cubre los costes de producción”, dijo.
El ejemplo más reciente se encuentra en el sector del olivar, que ha movilizado a cientos de agricultores de la comarca Norte de Málaga por los bajos precios que en origen están recibiendo por su ‘oro verde’, hasta tal punto que organizaciones agrarias han calculado la pérdida de algo más de 40 millones en esta zona interior de Málaga -principal productora- en relación a lo percibido en otras campañas.
Los malos de la película se llaman distribuidoras y concentración, ya que actualmente la comercialización de todo el aceite que se produce la controlan tres gigantes. Tortosa añade un nuevo inconveniente: producciones desleales en otros países, por ejemplo en Marruecos y en Portugal.
“Estos lugares no cuentan con convenios laborales, en muchos casos la gente trabaja sin ningún tipo de contrato. De esta forma es imposible competir, de entrada porque no lo hacemos en igualdad de condiciones”, lamentó el agricultor, que demanda la intervención del Estado y de las administraciones públicas en este tipo de circunstancias en la que la competencia se define como desleal.
Campaña perdida
El sector del olivar da trabajo en la comarca de Antequera a casi 3.400 personas, según datos facilitados por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, COAG. “Pues todos ellos, o bien van a malvender su producto o comérselo con patatas”, denunció Tortosa, quien a pesar de no vivir de forma exclusiva de este sector, ya que también cuenta con hectáreas de cebolla, patatas y cereal, considera un ‘sinsentido’ que no se le haya puesto remedio por parte de los gobiernos.
“Y esto no es problema de la crisis, el trasfondo es mucho mayor”, continúo el profesional, quien exigió la puesta en marcha del almacenamiento privado del fruto del olivo como una forma de aportar liquidez al sector.
Parece que cuando la meteorología acompaña al campo, no lo hacen las normativas. Así, además de los bajos precios del aceite en origen, los agricultores señalan abiertamente a los nuevos competidores. “Los chinos se cargaron el textil, y ahora otros van a hacer lo mismo con el campo”, concluye en referencia a Marruecos o Argelia.