Milagros Izquierdo es profesora en el IES Fernando Aguilar de Cádiz. Desde el pasado mes de septiembre, cuando concluye su jornada laboral dando clases de Filosofía, entre otras materias, recorre el trayecto que va desde el centro hasta la Estación de Renfe anexa al Ramón de Carranza acompañada de su perro guía, ya que ella es invidente. Ya en la estación, coge a las tres menos cuarto de la tarde, un tren de cercanías hasta Jerez, ciudad en la que reside.
Milagros suele portar a su vez un carrito donde lleva los libros, los apuntes y un ordenador portátil configurado con un programa que verbaliza los contenidos y que es fundamental para desarrollar su labor docente. Incluso lo utiliza a la hora de pasar lista en clase.
Pero este pasado lunes, cuando repetía el trayecto, al llegar al andén tuvo un descuido y dejó durante un rato de estar en contacto con el citado carrito, momento en el que uno o varios desaprensivos aprovecharon para hurtarle el portátil además de varios pendrives que contenían copias de seguridad.
En el portátil tenía apuntes, exámenes, trabajos para corregir y un sinfín de documentos importantes para ella como profesora pero que de nada sirven fuera de ese ámbito. “Sin él no puedo desarrollar las funciones laborales requeridas”, señala.
Quienes supuestamente le sustrajeron el portátil se montaron a las 15.15 horas en otro tren tal y como al parecer recogen las grabaciones del circuito interno de vigilancia de la estación, mientras Milagros tuvo que regresar a su casa con el carrito vacío y desesperada, no por el valor económico del portátil, sino por el contenido que ha perdido tanto en el disco duro del mismo como en los pendrives. Eso sí, una vez en Jerez, acudió a la Policía Nacional para denunciar el hurto. Ella insiste que no piensa tomar represalias, sólo quiere recuperar su equipo, por eso pide que quien esté en posesión del mismo lo devuelva en cualquier oficina de la ONCE o en el propio Instituto.
Milagros también ha repartido unos folios en los que describe lo ocurrido y el portátil sustraído, dejando su número de teléfono por si alguien sabe dónde puede estar todo su material.
