Santiago Guillén siempre será recordado en Barbate por dos cosas: por el toque de su guitarra y por permanecer más de treinta años tras el mostrador de la única tienda de música que tuvo la localidad. A sus 77 años, Santiago está hoy jubilado y el pasa el tiempo ayudando a sus hijos en los diferentes negocios que estos tienen.
Nuestro barbateño nació en Benalup aunque a los tres años su familia se traslada hasta aquí. Siendo un niño entra a trabajar como aprendiz en una barbería del Zapal. Sin embargo, el joven Santiago anhelaba aprender a tocar la guitarra y con esta intención comenzó a frecuentar la casa del guitarrista barbateño Juan Po. Siendo un chiquillo aún, su padre le compro su primera guitarra “que costó 13 pesetas” y a partir de ahí Santiago empieza a aprender de todo lo que ve y escucha.
Con el paso del tiempo, esta afición le permite a Santiago sacarse un dinerito de más dando clase de guitarra a domicilio. Entre estos alumnos, cuenta que se encontraba el alabado guitarrista barbateño Nono García y recuerda que “yo le di las primeras clases”. Este trabajo extra también le permite conocer a una alumna suya interesada en abrir una tienda de música en la localidad. “Cuando no llevaba abierta ni un año, la muchacha se fue del pueblo y me preguntó si me quería hacer cargo del negocio” afirma. Así nació uno de los establecimientos más recordados por la memoria colectiva barbateña: la tienda de discos de Santiago. Mientras tanto, Santiago participa en festivales flamencos allá donde se le requiere e incluso organiza infinidad de eventos relacionados con este arte en la localidad. También expande el negocio, de tal forma que “yo he vendido muebles, recaudado dinero para causas, he tenido negocios de hostelería y muchas cosas más”. Entre tantas actividades, destaca el haber sido uno de los fundadores de la Peña Flamenca ‘Niño de Barbate’.
El toque de tarántula
Como anécdota, cuenta cómo la gente hace muchos años lo buscaban para que tocara ‘la tarántula’, un toque de guitarra que según la cultura popular libraba del veneno de las picaduras de araña.
“Había que estar 24 horas seguidas tocando para que hiciera efecto y nos turnábamos entre varios guitarristas” relata.
Como broche de este pequeño homenaje, unas palabras de nuestro compañero Isidoro Alba dedicadas a su amigo Santiago: “Siempre solidario con festivales benéficos, siempre en la vanguardia del flamenco de una forma altruista, como un cautivo férreo de esta afición organizó varios festivales con artistas de renombre. Santiago, hombre humilde, fiel, sencillo, honrado, caballero, afable, entereza y flamenco”.