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Jueves 14/11/2024
 

San Fernando

"Mi normalidad no será plena hasta que nos veáis plenamente normales"

Tenía que elegir entre su pierna y su vida. Y eligió su vida. Mari Luz Del Río Caro es hoy campeona de España de Esquí Alpino adaptado.

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Una aparentemente simple lesión de rodilla jugando al baloncesto con la Selección Gaditana tenimó en una infección y en una pregunta. Tenía que elegir entre su pierna y su vida. Y eligió su vida. Mari Luz Del Río Caro es hoy campeona de España de Esquí Alpino adaptado, dedica buena parte de la semana a entrenar en Sierra Nevada y lo alterna con una labor de concienciación para que la sociedad vea la discapacidad con normalidad.

—Los que no tenemos ninguna discapacidad, por ahora, no podemos imaginar lo que pesa que se te caiga el mundo encima en plena juventud.
—Por tu cabeza pasan miles de preguntas. ¿Qué va a ser de mi vida ahora? ¿Podré trabajar en lo que he estudiado? ¿Podré seguir haciendo deporte sin mi pierna…? Pero realmente te das cuenta de que si te llevas mucho tiempo haciéndote esas preguntas nadie te las va a contestar y sin embargo estás perdiendo un tiempo muy valioso. Tenemos que saber que el pasado, pasado está, que el  futuro ya vendrá y que hay que vivir el presente. Y eso es lo que intento hacer porque soy de las que piensan que las desgracias, las dificultades e incluso las alegrías, nos sobrevienen y no podemos evitarlas, pero lo que sí podemos elegir es el camino. Yo decidí tirar para adelante, vivir la vida día a día y apreciar lo que tengo. Olvidarme de lo que no tengo y centrarme en lo que tenía. Y lo que tenía era una vida muy bonita.

—Usted nos está dando una lección de optimismo, de positivismo, pero el sufrimiento antes de llegar a esas conclusiones, ese se queda para usted. Es lo que yo quiero que entienda la gente y que la gente no va a entender.
—No lo van a entender. El sufrimiento se queda para mí y para mi familia porque sí es verdad que me llevé mucho tiempo haciéndome esas preguntas, por qué me pasa a mí, qué es lo que ha ocurrido… Pasó mucho tiempo, para mí fue muy largo y siempre me hacía la misma pregunta, para qué me habría despertado en la UVI para que me dieran esa noticia. Me desperté de ese letargo, de ese sufrimiento que es indescriptible porque lo llevas dentro, no quieres expresarlo para que tu familia no sufra también aunque se dan cuenta, al venir aquí unas navidades, porque yo estaba en Madrid cuando me ocurrió esto. Yo sólo pensaba por qué me habría despertado, por qué me había ocurrido esto, si me hubiera quedado en la UVI no me hubiera dado cuenta… pero estaban mi familia y mi marido todos disfrutando y celebrando el fin de año y comencé a pensar en cómo había podido yo pensar en no existir. A partir de ahí cambió mi chip.

—¿Es usted religiosa? No me refiero a de misa diaria, sino a si es creyente.
—Yo creo que debemos de creer en algo, llámese Dios, religión… porque si no…

—La pregunta  es por si la religión, sus creencias le han ayudado a superar ese trance.
—Pues claro que ayuda. Cuando estaba en el hospital me ayudó bastante. Había un cura que me visitaba y yo luego iba a oírlo cuando podía. Pero no sé si fue todo eso lo que me ayudó. Yo me quería agarrar a algo y soy católica, creo en algo y lo creo ahora más, que han fallecido mis padres, porque sé que ellos me están mirando desde donde estén y como antes, que ellos se sentían muy orgullosos de cada cosa que hacía, ahora estarán muy orgullosos. Yo cada vez que hago algo o consigo una medalla siempre se la dedico a ellos porque sé que están ahí mirando.

—Usted se ha dedicado al deporte, pero el deporte sólo es una etapa. Tendrá otras aspiraciones y me supongo  que se encontrará con todas las barreras para encontrar un trabajo, no sólo las arquitectónicas sino las de los prejuicios de la sociedad.
—Es cierto en parte, porque muchas veces las barreras nos las ponemos nosotros mismos. Las barreras arquitectónicas existen pero a lo que yo me dedico ahora es a que no existan las otras barreras, que vean la discapacidad de una manera diferente. Me dedico a ir a los colegios con un proyecto que se llama Capacidadymas y que lo llevamos desde la base, desde los colegios de Primaria para que ellos vean la discapacidad de manera diferente y que sepan que nosotros no somos personas enfermas, que somos personas muy capaces y aunque nos falta algo de nuestro cuerpo, alguna capacidad, sí podemos hacer todas las cosas que nos proponemos. Ese proyecto es con los niños y lo hacemos a través del deporte. Somos tres deportistas de élite, un chico de Sevilla que se llama Luis Redondo y que es paraolímpico en esgrima; Raquel Domínguez, que ha sido no sé cuántas veces campeona de natación y yo. Los tres fuimos elegidos por la Fundación Adecco y Airbus para que fuéramos por los colegios precisamente a quitar esas barreras.

—Luego son ustedes lo que están intentando quitar las barreras que ponen otros.
—Si a nosotros nadie nos quita esas barreras, somos nosotros los tenemos que luchar por ello. Yo he conseguido todo lo que me he propuesto en el deporte, en el trabajo, pero porque yo me he quitado esas barreras de ahí. Yo soy fisioterapeuta y en Madrid monté una clínica y me fue muy bien. Era una clínica especializada en amputados, pionera en España. Sí es verdad que a la hora de conseguir un trabajo, no es que no quieran a personas con discapacidad, pero si bien todo el mundo tiene que demostrar lo que vale, parece que nosotros tenemos que demostrarlo doblemente. Yo creo que el problema es que se confunde discapacidad con enfermedad, y nosotros no somos personas enfermas. Simplemente nos falta una capacidad. Ahora los políticos no saben ni cómo llamarnos. Si discapacitados,  inválidos… Al final le han puesto diversidad funcional, que no sabe nadie lo que es.

—¿Los políticos están más preocupados por las formas que por el fondo?
—Cuando un político habla de discapacidad está temiendo meter la pata porque no sabe cómo llamarnos cuando realmente lo que queremos es que nos llamen por nuestro nombre, en mi caso, Malu, que somos personas con alguna discapacidad. Eso no quiere decir que ya no servimos para nada. Mi discapacidad es que me falta una pierna, pero el resto lo puedo hacer perfectamente. Conduzco mi  coche, voy al trabajo, hago deporte que es un deporte de riesgo porque vamos por pistas a una velocidad de casi 80 kilómetros por hora y sin frenos.

—A lo que me refiero es si los políticos piden opinión a los discapacitados para saber lo que necesitan,  en qué tiene que favorecerles la ley para que el empresario no piense que va a faltar al trabajo, o no lo va a hacer bien…
—Afortunadamente están contando ahora más con nosotros. Y cuentan más con nosotros porque somos votos también. Hablan con las asociaciones y unas cosas se hacen y otras no se puede hacer, pero lo que ocurre es que hay un camino muy largo por delante. Y más ahora en estos tiempos.

—En los que hay recortes en todos sitios.
—Yo puedo hablar ahora mismo del deporte que es a lo que me dedico y está habiendo muchísimos recortes. Ya ha habido unos Juegos Paraolímpicos y ha habido una serie de deportistas que se han quedado  ahí por falta de presupuestos y ahora llegan los Juegos Paraolímpicos de Invierno y también estamos intentando luchar por una plaza. En el trabajo pasa exactamente igual, pero creo que ahí estamos en igualdad de condiciones.

—¿Los juegos Paraolímpicos son de verdad o son un escaparate para decir que también se hace con personas que tienen una discapacidad?
—Sé lo que me está preguntando. Y son muy reales. El problema está en que no se conocen. Se dan a conocer los Juegos Olímpicos, pero de los Paraolímpicos nadie habla.

—Hay un apagón informativo casi total.
—Yo estuve en los Juegos Paraolímpicos. Son muchos los deportistas españoles que han traído medallas y sin embargo casi nadie los conoce, salvo a Teresa Perales porque ha conseguido  tantas medallas en natación como (Michael) Phelps y puede conseguir más porque Phelps se ha retirado.

—Se la conoce porque ha roto las estadísticas.
—Porque ha roto las estadísticas, pero hay muchos deportistas por detrás que no se conocen, que son anónimos y a mí me encantaría que lo mismo que se retransmiten todos los Juegos Olímpicos se retransmitan los Paraolímpicos. Aunque ya se han conseguido mucho más, pero necesitamos que haya gente que entienda de lo que está hablando porque muchas veces se retransmiten, pero no dan a conocer bien lo que retransmiten.

—Porque en los medios de comunicación faltarán especialistas sobre las distintas modalidades. Lo mismo un especialista en atletismo no sabe qué tipo de hándicap tiene un corredor paraolímpico.
—A eso es a lo que voy. Están retransmitiendo algo y ellos mismos se están haciendo preguntas. ¿Por qué está compitiendo en natación un chico al que le faltan los cuatro miembros con otro que es parapléjico? Pues deben de saber que hay muchísimas discapacidades y no se pueden poner categorías para todas, sino que existen clasificaciones en los propios nadadores y según la clasificación tendrá que hacer un tiempo u otro. Yo lo único que pido es que con los Juegos Paraolímpicos se hiciera lo mismo que con los Juegos Olímpicos y se verá que el esfuerzo es el mismo para todos los deportistas, discapacitados o no, pero la forma en que lo vivimos es bastante diferente.

—Porque además de demostrárselo a los demás se lo tienen que demostrar a ustedes mismos.
—Claro. Cuando yo no tenía discapacidad mi deporte era el baloncesto y me  encantaba, pero para mí era impensable que yo pudiera estar compitiendo en el esquí y al nivel que lo hago. Ni deportes que en mi vida me los había planteado. Yo buceo, juego al pádel…

—¿El hecho  que el programa se haga por los colegios es porque ya no confían en que los mayores dejemos atrás los prejuicios? Además de que empezar por la base es asegurar el éxito.
—Esperemos  que no. Pero hemos apostado por la base porque creemos que ellos son el futuro y alguno de ellos serán  políticos y si desde pequeños están viendo la discapacidad de una manera diferente, como se la estamos enseñando, pueden hacer mucho para ayudarnos y quitar esas barreras y esos estereotipos que hay alrededor de la discapacidad.

—Porque lo que se busca es que el chaval vea la discapacidad con normalidad.
—Esa es la palabra, normalidad. Yo me siendo perfectamente normal, pero mi normalidad no será plena hasta que vosotros nos veáis plenamente normales. Y los niños lo ven a través del deporte con nosotros, incluso nos acompañan al coche porque no se creen muchas veces que nosotros conducimos. Nos acompañan a ver cómo nos montamos  en el coche, cómo salimos…

—¿Pero ustedes comprenden que a nosotros nos cuesta trabajo ver normal a una persona a la que le falta una pierna?
—Yo lo entiendo perfectamente.

—A mí no me gustaría, pero le estoy hablando con toda la sinceridad.
—Pero es que existimos y tienen que vernos  como somos. Yo voy a veces por la calle y un chiquillo dice “mamá, le falta una pierna” y la madre le dice que calle. Y me entran ganas de decirle que no, que lo deje decir la verdad, que me falta una pierna. Eso es lo que queremos conseguir, que cuando un niño diga que me falta una pierna, que la madre diga que sí, que me falta una pierna. Entonces estaremos consiguiendo la normalización.

—Es un trabajo de todos. De ustedes en los colegios, de los profesores y nuestro, que tendremos que seguir luchando contra nuestros prejuicios.
—Está en ustedes, en los medios de comunicación, que esto se dé a conocer, que hay personas que tenemos una discapacidad, pero que tenemos que conseguir esa normalidad de la que hablaba. Y no hablo de igualdad, que es una palabra que se usa mucho…

—El día que exista la igualdad estamos perdidos.
—Estamos perdidos. Pero sí es verdad que se habla mucho de igualdad, de normalización, pero se lleva poco a la práctica. Y esta entrevista que sirva para que a partir de ahora mucha gente empiece a pensar de manera diferente sobre la discapacidad.

—Por nuestra parte no va a quedar, sobre todo después de confesar mis prejuicios públicamente, difundir la necesidad de que empecemos a vencer los prejuicios que tenemos. Y el que diga que no los tiene, pues bendito sea, pero yo no me lo creería mucho.
—Y yo también los tengo. Pero no creo que sean perjuicios. Somos curiosos. Yo muchas veces veo a una persona que tiene una mancha en la cara y me quedo mirando por pura curiosidad. Me llama la atención esa mancha o un bulto que tenga en la cabeza. Muchas veces nos creemos que tenemos prejuicios por eso.

—Lo de la curiosidad me consuela más.
—Es mejor que prejuicios.

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