Pese a que el presente es un año de gran austeridad, el excepcional embalaje rebosaba de viandas como: un tronco de jamón, un queso semicurado, un kilo de roscos de vino y otro de polvorones y mantecados, una botella de anís y otra de brandy, un kilo de azúcar, un kilo de arroz, otro de lentejas, otro de alubias y uno más de garbanzos, amén de un litro de aceite de oliva. No cabe duda de que las familias apuradas agradecen con plena sinceridad este oportuno regalo del Ayuntamiento.
En general el pueblo de Torremolinos, a todos los niveles, se muestra siempre generoso con los necesitados. Por una parte, el departamento de bienestar social del Ayuntamiento está abierto todo el año a la atención de las personas con recursos insuficientes.
Por otra parte, el comedor social San José Emaús, con sede en la calle Cruz y subvencionado por el Consistorio y un ingente número de vecinos del municipio, además de la ayuda que aportan diversas empresas, autónomos y entidades caritativas, provee todos los días adecuada alimentación –desayuno, comida y cena- a varias decenas de personas indigentes.
Asimismo a lo largo del año celebra el municipio días especiales como los de la Cuchara, los Callos, la Berza y las Migas solidarias, cuya recaudación se destina íntegra a causas benéficas. Y en los días previos a la Navidad, el Club de Leones organiza la humanitaria “Operación Kilo”, una simpática manera de colaborar el ciudadano con los pobres del municipio, aportando generosamente algo de la compra realizada en el supermercado para contribuir al sustento de los menesterosos en estas fechas tan señaladas. Esta pródiga recogida de alimentos, sumada a otras voluntarias aportaciones de particulares y entidades, se traduce en la consecuente distribución de cestas y cajas navideñas a los pobres del municipio. Gracias a la empatía de los torremolinenses, no pocas familias pueden superar, siquiera en la Nochebuena y aunque estén solas, la tristeza de verse privadas de algunos de esos típicos y extraordinarios manjares que les traen, acurrucados en la nostalgia, felices recuerdos de antaño.
Las desprendidas gentes de Torremolinos, en colaboración con el Consistorio y las asociaciones benéficas del municipio, se sienten felices de hacer felices a quienes soportan privaciones todo el año, especialmente en los días navideños. El corazón de los torremolinenses es así de grande.
LA CAJA DE NAVIDAD
Como ya es tradicional
en estas festividades
de alegría sin final
que llamamos navidades,
la Casa Consistorial
de nuestra localidad
puso en marcha el ritual
-que, como el año pasado,
aumenta en solemnidad-
de repartir con agrado
y con generosidad
entre miles de parados
y miles de jubilados
con recursos limitados
y en el pueblo empadronados,
miles de cajas surtidas
de esas cosas nutritivas
que hacen llenar la barriga
y al cuerpo dan alegría,
todo listo y embalado
en recio cartón dorado
de buen ver y gran tamaño,
con su kilo de garbanzos
y su kilo de lentejas
y de arroz de buena mesa,
su paquetito de alubias
y otro colmado de azúcar,
su botellita de aceite
para guisar con deleite,
su queso semicurado,
sus bolsas de mantecados
-una de roscos de vino
para el paladar más fino
y aún otra de polvorones
de esos que dan alegrones-
y, ya como colofón,
su tronquito de jamón,
su botella de coñac
y otra de anís.
¡Casi ná!
¿Se puede pedir ya más?
Más que simple caridad,
es detalle original
y dechado de bondad
y de generosidad
éste del Ayuntamiento
que al pueblo tiene contento
y que otro pueblo no da.
Tan valiosísimo don
lo agradece el corazón.
Que no se pierda jamás
esta bella y sin igual
tradición de noble arraigo
y de buena voluntad
que en estas fechas del año
aporta felicidad
a los más necesitados
y que su mesa de fijo
la viste de regocijo.
¡Qué magnífico presente
que no tiene precedente
y que da Torremolinos
con largueza y con atino!
Testimonio de empatía
y del inope alegría,
paradigma de bondad
y del pobre hilaridad,
¡qué regalo singular
la caja de Navidad!