—Le van a nombrar académico de la de Bellas Artes de Cádiz este martes a las 19.30 horas. Un reconocimiento muy merecido, a nuestro entender.
—Para mí fue una satisfacción recibir una carta en mi casa que tuve que leerla tres veces porque no terminaba de creerme que fuera para mí. Fue una alegría porque no es un reconocimiento a mí como persona, sino que entiendo que es a mi obra que siempre he querido creerme y en la que he trabajado de sol a sol. Los que se dedican a lo mismo que yo saben perfectamente de lo que hablo, es levantarte y acostarte haciendo lo que hago, estar continuamente. Son muchas horas y de hecho así le llamo a mi discurso de ingreso, Horas, porque son muchas las que se emplean en la escultura y en el arte en general. Para mí ha sido una gratificación muy grande el hecho de que se acordaran de mí, o de mi obra, consultarme y pedirme que aceptara el ingreso como académico numerario.
—Eso implica una responsabilidad añadida.
—Sí porque se pretenden hacer desde la Academia nuevas actividades y hay gente muy preparada en todas las materias, escritores, arquitectos, poetas, artistas de todos los palos. Y curiosamente, desde que murió Juan Luis Vasallo Parodi, el autor de esa Gades que otea el horizonte en Cádiz, no ha habido ningún escultor y Vasallo murió por el 80 y algo. Son muchos años en los que en la Academia no ha habido un sillón que ocupara un escultor. Además, para mí Vasallo no ha sido un referente directo para mi obra porque son muchos los que lo han sido, pero Vasallo sí ha sido un artista que sin pretenderlo, lo he ido siguiendo. De hecho, he restaurado obras suyas sin saber que lo eran y fue muy gratificante saber que estaba tocando una obra suya. Y después, la plaza que ocupo como escultor en la Escuela de Arte de Jerez también la tuvo él. Con lo cual y sin pretenderlo, lo he ido siguiendo y así lo cuento en este discurso de ingreso. La pena es que no lo conocí pero sí conozco muy bien su obra y me parece que fue un escultor que dedicó su vida a la escultura.
—Dice usted en su página web que hace veinte años no nos imaginábamos que con un clip nos conectaríamos con el mundo a través de internet. Me supongo que para un escultor es una gran ventaja, por cuanto puede dar a conocer su obra y sobre todo teniendo en cuenta que los medios de comunicación generalistas no le damos mucha cancha al arte.
—Yo siempre he dicho que la escultura es la hermana fea del arte, en el sentido de que me consta de que llama mucho la atención pero nadie se plantea quién está detrás de una obra, de una escultura. En San Fernando se habla del monumento a Varela por connotaciones políticas, por ubicación o por lo que queramos, pero nadie se plantea quién hizo esa obra ni sabe que detrás de esa obra hubo un gran artista que fue Aniceto Marina que ha hecho una obra tremenda en toda España. Digamos que las esculturas hablan por sí solas, es la parte que a mí realmente también me gusta, ese anonimato que te permite la escultura que sin embargo en la pintura es distinta. La gente habla de un Picasso, de un Miró… se puntualiza más el autor, pero la escultura habla por ella sola y el artista queda un poco detrás. Internet es maravilloso. Te metes en Facebook o en mi página web y es tremendo colgar el proceso de una escultura que yo hago mucho porque a nivel docente, las prácticas escultóricas mías intento que los alumnos las tengan siempre presentes. Cuando yo cuelgo esos procesos escultóricos en Facebook, en cuestión de una semana alcanzan las 500, 800 y 1.000 visitas. Eso no lo podíamos conseguir antes, esa ventaja que nos da la tecnología, internet, es maravilloso. Y ponerte en contacto con artistas de América, de Francia, que ven tu obra, tú ves la de ellos, intercambias opiniones… hablas de materiales, qué se está haciendo allí, esas nuevas tecnologías que se aplican también a la escultura…
—La mayor parte de su obra la hizo en Sevilla. Me supongo que dentro de una escuela sevillana, si es que existe y le pido disculpas si digo alguna barbaridad, que usted une con una escuela gaditana o de artistas gaditanos que hayan creado escuela.
—Yo me formo en Sevilla porque es allí donde estudio Bellas Artes y donde hago mis primeras obras. Comienzo a hacer obras para Jaén, Granada… sobre todo temas de imaginería, que no es que no me guste, sino que no es precisamente hacia donde he enfocado mi escultura. Pero comencé haciendo imaginería, toco poquitas cosas de imaginería pero como se ha dicho siempre, Sevilla ha sido muy imaginera. Viví once años en Sevilla y tengo mucha obra que a mí me gusta firmar con mi nombre y el lugar donde la hice. Sigo trabajando con Sevilla, en Valencina de la Concepción está la fundición con la trabajo y allí voy haciendo todos los bronces, pero claro, ya llevo unos años trabajando entre Jerez y San Fernando y tengo muchas obras que voy haciendo aquí. El formato pequeño trabajo en San Fernando y el formato mediano o grande lo trabajo en Jerez.
—Últimamente ha hecho usted esculturas homenajeando a distintos oficios tradicionales, el marisquero en San Fernando, la mujer rural en Paterna, el marinero en Conil… ¿Se está especializando en ese campo?
—Esa tipología estatuaria yo siempre veo que en muchas ciudades se ha retomado la idea de recordar antiguos oficios y personajes célebres. Es una escultura costumbrista que siempre lleva esa pizca de ingenuidad que gusta a todo el mundo. Yo siempre, a la del marisquero la llamo la escultura de Enrique, que se llamó el modelo que posó y para mí es muy entrañable recordarlo como la escultura de Enrique, que gustó a todo el mundo, todo el mundo le tiene cierto apego a la obra porque toda la gente de La Isla creo que recuerda a ese personaje. Y cuando lo ven les gusta porque tienen ese recuerdo, sin saberlo. Fue un personaje muy de aquí y en aquel entonces se comentaba que se le iba a hacer un homenaje a Enrique. Pero no era un homenaje a Enrique. Yo lo utilicé ya mucho antes como modelo y decidí hacer esa escultura con su cara.
—La idea que se comentó es que la Gerencia Municipal de Urbanismo, dentro de esa corriente que se quedó parada, supongo que por motivos presupuestarios, quería hacer esculturas con otros personajes, oficios, como al repartidor de Correos con la bolsa colgando, al guardia de tráfico en la plaza de la Iglesia… Fue una pena que se quedara parado.
—Se quedó parado, entiendo que por temas de presupuestos. En varias ocasiones se ha intentado retomar, han contactado conmigo porque ya en aquel entonces fuimos tres escultores a los que nos pidieron proyectos. Yo jugaba en casa, con lo cual tenía cierta ventaja, cosa que me alegro porque de vez en cuando hay que jugar en casa. Se presentó un gran escultor, Salvador García, de Utrera, un hombre fantástico que modela maravillosamente y del que tenemos dos esculturas en San Fernando, la Lola y la de la Familia, por Camposoto. Esos personajes que Salvador presentaba diferían un poco, bajo mi criterio que lo he hablado con él y por eso no me importa decirlo. Él traía unos personajes más para cualquier ciudad, pero yo sabía que si me gustaba a mí que soy de aquí les iba a gustar a los isleños. La escultura de Enrique, nuestro marisquero, es muy de aquí de La Isla y no la veo en otro lado. Es un personaje muy nuestro, muy cañaílla.
—¿La escultura de Camarón ha supuesto un relanzamiento de la figura de Antonio Mota?
—Sí claro. Yo siempre digo que cuando se ha movido la escultura de Camarón, no la de bronce que está en la Venta de Vargas sino la de resina que está en la Peña Camarón, y se ha llevado a Santa Coloma, Madrid en Fitur, Sevilla… se ha movido por muchas partes, la gente se fotografía porque a quien representa fue un tío muy grande, un artistazo del que tenemos que estar muy orgullosos. La escultura por sí sola brilla. A mí, sin lugar a dudas, me ha servido como tarjeta de presentación durante muchos años, claro.
—Siempre es bueno pintar o esculpir a una gran figura, pero también el éxito de la escultura de Camarón radica en que la postura en la que usted lo recoge es reconocida por todo el mundo, aficionado o no al flamenco. Es la postura de Camarón esperando la falseta de Tomatito o de Paco de Lucía. En este caso de Tomatito, porque Camarón va con barba.
—Era de Tomatito. Las primeras cabezas que modelé las modelé sin barba y ya entonces sabíamos que Camarón estaba mal y fue él quien quiso que la escultura llevara barba.
—Fue el propio Camarón.
—Sí, fue el propio Camarón quien quiso que llevara barba.
—He podido ver en su página web, además de todo lo que ha hecho que para ello remito a antoniomota.es, una serie de frases, algunas firmadas y otras no, definiendo el arte. Y me ha llamado la atención una de ellas, que va sin firmar y que dice que "si esculpo mi perro exactamente como es, tendré dos perros, pero no una obra de arte". ¿Es suya?
—No. No es mía pero siempre me ha dicho mucha esa frase porque realmente es así. Cuando se hace un retrato yo puedo hacer un molde de su cara. Hoy hay unas técnicas con silicona, con alginato, con productos que se utilizan mucho en efectos especiales para películas… todos esos productos que se utilizan me permitirían hacer un doble suyo. Pero tendría dos caras como la suya nada más, no tendríamos un retrato. ¿Por qué? Cuando tú modelas, el trazo que utilizas, las texturas, aunque suene muy romántico y prosaico, tienes que intentar plasmar un poco más el alma del retratado. Si es una persona inquieta las texturas te sirven para agitarlo, para intentar reflejar un poco más la personalidad del retratado. El mundo del modelo es precioso, me encanta trabajar con modelo. Hace algunos años, en la cafetería Pariché, de Cristóbal, montamos una exposición en la que llevamos 60 retratos que llamamos Miradas y me encantó el resultado de todas esas miradas. Retratos de mi hijo, de mi mujer, de mi padre, de mi abuela, de amigos… Retratos de clientes que me pidieron retratos que pedí recuperar para esa muestra… Y quizá de ahí viene esa frase. No se trata simplemente de copiar, de exagerar un virtuosismo técnico. Tú puede mandar mucho más sentimiento en tres trazos de papel que en una vulgar copia exacta de algo.
—Me supongo que la crisis, aunque sea un tema recurrente, también estará haciendo estragos en el mundo del arte.
—Está bastante parado todo. En mi caso, obras que vas haciendo de todos los años, como temas taurinos y festejos, antes llegaba a hacer al año entre 15 y 18 piezas, esta última temporada no he hecho ninguna. Las peñas no hacen, los ayuntamientos no subvencionan, las entidades que antes subvencionaban a las peñas ya no lo hacen, con lo cual van cayendo todas las fichas de dominó. Y se nota. Se nota porque el taller se mantiene con las piezas que se hacen. Yo siempre decía una frase, que era que con el dinero del bronce, para el bronce. Cuando se vendía una pieza te permitía fundir la siguiente y a lo mejor dos más. Era un poco cíclico para que el taller se fuera manteniendo. Ahora mismo estoy tocando otros materiales que me permiten seguir trabajando pero son más baratos.
—La ventaja es tiene más libertad para expresarse al no estar atado a un encargo.
—Eso sí, tienes más tiempo para dedicarte a otro tipo de obras que las quieres hacer y no puedes evitar pensar en ellas y que cuando hay encargos no puedes hacerlas. Acabamos de pasar unas elecciones y todos esos encargos que había previsto para estas fechas han caído y han caído para mucha gente. La fundición de Antequera, una fundición de dos naves tremendas con veintitantos trabajadores dedicados a la fundición artística ha cerrado. La de Sevilla está así, así… En épocas de elecciones antes era una barbaridad, te tenías que ir a Madrid a Arganda del Rey a fundir y tenías un trabajo en Arganda, otro en Antequera… Ahora te llaman y te preguntan si tienes algo, te proponen fundirte piezas que una vez no pudieron fundirte y te ofrecen que la pagues poco a poco…
—Pues dinero se han gastado en la campaña. Por cierto, en la misma Academia de Bellas Artes, si no estoy equivocado, se va a montar una exposición con su obra.
—Sí, se trata de seis piezas de formato grande y posiblemente esté durante todo el mes de junio aunque no hemos decidido fechas aún.