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El cementerio de los ingleses

Si me interesa, yo te creo

Yo echo de menos que se hable de las víctimas, de las conductas, de cómo la vergüenza y el miedo tienen que cambiar de bando, como diría Giselle Pellicot

Publicado: 27/10/2024 ·
15:16
· Actualizado: 27/10/2024 · 15:16
Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Creo que, a estas alturas, poco puedo aportar a la noticia de la dimisión de Íñigo Errejón y las acusaciones de violencia machista y sexual que la ha motivado. El escándalo que ha supuesto, la evidencia de la omertá alrededor del asunto (por lo visto en los entornos de la política no era nada nuevo), la hipocresía de algunos y de algunos otros... De todo se ha hablado acerca de esta noticia y, por fin, se ha empezado a hablar de las víctimas. Y es esta novedad, la de tener a las víctimas en cuenta, la que motiva esta columna que hoy les escribo.

Cada vez que un caso de violencia machista o sexual sale a la luz, salen al paso miles del comentarios. Unos preguntan si el acusado come jamón, dan por hecho que será un pelo brócoli, ironizan sobre el respeto a las costumbres foráneas... efectivamente, el prejuicio sobre que sean inmigrantes africanos y de religión musulmana sale a relucir, aprovechando una agresión sexual o una situación de maltrato para llevar a cabo un despliegue de bilis racista, exhibir islamofobia y exigir esas políticas de fronteras cerradas que exigen algunos ultras. Sin embargo, ¿no echan de menos algo?

En el caso concreto de Íñigo Errejón, además, se está alterando la información aun usando datos concretos. Ya no se le nombra como fundador de Más País o miembro de Sumar, no se ven fotos junto a Yolanda Díaz, sino que se utilizan imágenes junto a Pablo Iglesias y se le cita como “cofundador de Podemos”. Siendo datos ciertos, se altera la información en cuanto hace cinco años del divorcio entre los morados y Errejón. No se escatiman pelos y señales en el relato de los hechos, pero se instrumentaliza a las víctimas con fines partidistas .Por un lado, no entiendo que un partido que ya está groggy en el pugilato político siga recibiendo tantos ataques. Por otro... ¿de verdad siguen ustedes sin echar algo en falta?

Ni que decir tiene que los ataques a la yugular a tenor del caso Errejón no se iban a limitar a Podemos, era de cajón que los frentes de derecha e izquierda se iban a enzarzar en un intercambio de golpes. La derecha hace burla del discurso feminista de sus adversarios, acusando al PSOE y sus socios de hipocresía. Sin embargo, ni tienen capacidad de dar lecciones a nadie habiendo pactado con Vox y Carlos Flores (condenado por violencia de género) en Valencia, ni sus adversarios pueden ponerse demasiado dignos con ese tema. En la política activa hay unos cuantos condenados por violencia machista y se ve que no se ha dado tanta importancia a eso a la hora de confeccionar las listas. De hecho, resulta sangrante que la dimisión de Errejón llegue tras no poder asegurar a su partido que no habría más acusaciones, tras lo cual o dimitía o sería dimitido. Al margen de todo esto, ¿de verdad no les está faltando a ustedes algo en todo este asunto?

Yo echo de menos que se hable de las víctimas, de las conductas, de cómo la vergüenza y el miedo tienen que cambiar de bando, como diría Giselle Pellicot. Echo de menos que se deje de manosear a las víctimas (en todos los sentidos) en lugar de prestarles apoyo y asistencia. Un sistema democrático debe proteger a las personas vulnerables y es de cajón que, ante el repunte del machismo y la violencia contra las mujeres, se debería hacer algo más que instrumentalizar a las víctimas. Se las cuestiona (habitualmente) cuando el agresor es un hombre famoso, poderoso o alguien que nos interesa. Cuando se sospecha del origen inmigrante del agresor o resulta ser un adversario, se usa como arma arrojadiza. Y es triste que se cambie el “hermana, yo sí te creo” por un “te creo cuando me interesa”. Sí, al final todos somos hipócritas. 

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