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La escritura perpetua

Xavi

El mayor problema de Xavi Hernández, técnico del Barça, reside en la falta de carisma. Por eso no ganó como futbolista el Balón de Oro

Publicado: 31/01/2024 ·
12:29
· Actualizado: 31/01/2024 · 12:29
  • Xavi Hernández. -
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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El mayor problema de Xavi Hernández, técnico del Barça, reside en la falta de carisma. Por eso no ganó como futbolista el Balón de Oro (además de por Messi, claro). Porque para entrenar a un equipo grande se precisa carisma. Ancelotti es como un capo italiano revestido de la elegancia de un lord inglés. Simeone tiene la personalidad macho de un predicador que ganaría sin esfuerzo las elecciones argentinas con su ronco acento latinoché. Hay jugadores en la memoria histórica blaugrana de considerable menor calidad futbolística que Xavi pero que fueron apreciados por su carisma. Como Fusté (años 60) o Alexanco (en los 80). Xavi lideró con Iniesta la revolución de los “bajitos”, pero no consigue coger altura como técnico. A Xavi, que ha anunciado que a final de temporada dejará el Barcelona, le perjudica la ausencia de carisma, y cierta bisoñez táctica y técnica en los planteamientos y estrategias de partido, y un discurso ñoño, en ocasiones irritante en la sala de prensa, incluso para sus jugadores. En la eliminación frente al Athletic, un suponer. Fue un partido en San Mamés eminentemente copero, pasional, desatado, disputado sobre el sudor en una noche gélida, con alternativas de juego que iban y venían enloquecidas, que obligaban a los entrenadores a un permanente ejercicio de improvisación. Valverde salió triunfador en medio de la locura. Xavi perdió dos títulos en poco más de una semana: Copa y Supercopa. Y el sábado, tras la derrota frente al Villarreal (3-5), quizás también LaLiga. No ha servido su palabrería, trufada de llamadas al “cruyffismo”, a la excelencia futbolística, al juego de toque, porque son como gritos que se hunden en el vacío de la nada de un equipo sin brillo.

El FC Barcelona está lastrado por su ingravidez económica y por el inquietante ‘caso Negreira’. Xavi disputó 600 partidos con la camiseta culé y ahora observa con total incertidumbre el futuro. Muy cerca, en Girona, está Míchel, reivindicándose partido a partido como el heredero real de Guardiola, en plan ‘Mister Milagro’, Míchel, un tipo capaz de entenderse en catalán con Puigdemont, pero que es de Vallecas, el barrio madriles de Ramoncín, de Felines y de la Movida, el barrio al que regresa a tomar unas cañas con los amigos de siempre en las tabernas que antes tenían serrín en el suelo, y allí habla de fútbol/fútbol ante una ración de patatas a la brava y una Mahou, no de tiqui-taca ni de ensoñaciones futbolísticas. La temporada parece que se ha terminado demasiado pronto para el Barcelona.

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