Una tarde más Andrés Cerillo, perdón Cerrillo, se erigió en protagonista llevándose una grandísima bronca al no conceder la oreja del quinto de la tarde a Sebastián Castella.
La empresa estuvo muy acertada en no aceptar la corrida de Zalduendo al no reunir las condiciones de la plaza de Algeciras. Por segunda vez en la historia de Las Palomas, tras el indulto del toro Comedia de la ganadería Cebada Gago y lidiado por Emilio Muñoz, se vuelve a indultar, en una tarde histórica, a otro extraordinario ejemplar.
Las reses de Núñez del Cuvillo estuvieron bien presentadas, con tres toros buenos y un cuarto excepcional que fue el indultado, siendo el peor el jabonero lidiado en sexto lugar. El público de Las Palomas vibró y disfrutó con esta grandísima tarde de toros.
Espadas
Miguel Ángel Perera, a su primero lidiado en tercer lugar marcado con el numero 74, de nombre Lanudo y 496 kilos, lo recibió a pies juntos con el capote, dándole media docena y siendo muy aplaudido. Lo puso al caballo y le recetaron un puyazo cambiando el tercio. Hizo un quite citando al toro de frente, echándose el capote a la espalda, estando cumbre y poniendo a la plaza en pié. La faena de muleta se la brindó al público y citó al toro en el centro del anillo, dándole un pase cambiado por la espalda, prosiguiendo por la derecha, enjaretándole una tanda buena. Se distanció, lo fue encelando y formó un lío muy gordo de toreo bueno por ambos pitones en una faena larga, llena de maestría, profundidad, quietud y temple. Cuando fue a ejecutar la suerte suprema, el público solicitó el indulto, por lo que prosiguió toreándolo y, ante la negativa del presidente a concederlo, el público insistió hasta que por fin el de Cuvillo se ganó la gloria de volver a la ganadería. Con ello pasa a la historia de la tauromaquia por haber tenido la suerte de haber sido lidiado por un gran maestro en una plaza como la de Las Palomas, con mucho embrujo torero y una grandísima afición. Perera se lo llevó toreándolo hasta los chiqueros y el toro se resistió a entrar, como si quisiese seguir bajo el duende de la muleta. Perera paseó por el albero dos orejas y un rabo simbólicos. En el sexto de la tarde, a Perera le tocó el garbanzo negro del encierro y, a pesar de su voluntad, tan solo fue aplaudido.
Julián López El Juli demostró tanto en el primero como en su segundo, lidiado en cuarto lugar, el por qué es una grandísima figura del toreo. Estuvo en maestro, toreando tanto con el capote como con la muleta con quietud, temple y dominio, cortándole a cada uno de ellos una oreja con fuerte petición de la segunda en el que abrió plaza.
A Sebastián Castella le tocó el lote formado por los números 105 y 217, estando por delante el 105 de nombre Aguaclara, al que veroniqueó ganándole terreno y rematando con media, siendo muy aplaudido. Lo puso al caballo y le recetaron un puyazo, cambiándose el tercio. Posteriormente, el francés hizo un quite por miguelinas en el centro del anillo, recibiendo una gran ovación. En la faena de muleta estuvo valiente, variado, con torería, ganas y mucho embrujo, toreándole por ambas manos, sacando naturales y muletazos extraordinarios. Tras estocada, le concedieron las dos orejas que paseo triunfalmente por el albero.
El quinto, Galiano, se emplazó en el centro del anillo y Castella fue a por él, pero el toro no acometió con bravura. En el caballo, Galiano descabalgó al varilarguero pasando por encima del picador. Le hizo un quite por chicuelinas muy ajustado, siendo muy aplaudido. En la faena de muleta estuvo valiente y con ganas de cortarle las orejas, haciéndolo casi todo el torero, porque le faltaba al de Cuvillo alguna chispa de bravura. Tras estocada, le fue pedida mayoritariamente la oreja que no concedió el presidente.