Ataviados con camisetas verdes o rojas, según el equipo, los jugadores entonan su himno minutos antes de lanzarse tras la pelota: Yes, we are single legs (sí, somos los de una sola pierna), mientras danzan al son del entrechocar de las muletas.
“Pasión y energía” son las primeras palabras que salen de la boca del realizador Sergi Agustí, que ha dirigido el documental One Goal sobre estos jóvenes, cuando describe a los quince jugadores que, recién llegados de Sierra Leona, juegan un partido amistoso en el campo del Instituto Nacional de Educación Física (INEF) ante la mirada atónita de los estudiantes barceloneses.
Son los mismos que durante esta semana han visitado Burgos, los que aterrizan este fin de semana en Madrid y terminarán su ruta por España en Cádiz para dar a conocer sus actividades en Sierra Leona en un proyecto que apoyan la ONG Deporte Solidario Internacional, la Asociación One Goal y Casa África.
Victor Mussa, centrocampista, y Jabati Mambu, portero, han contado su historia a pie de campo minutos antes de empezar a jugar: se conocieron en un campamento de amputados en Freetown, uno de los muchos que se habilitaron tras la guerra civil de 1991 a 2002 y a los que fueron a parar muchos de los 20.000 civiles sobre los que una de las facciones del conflicto, el Frente Unido Revolucionario (RUF) utilizó la amputación de extremidades como arma de guerra.
En Sierra Leona “somos embajadores de la paz” además de futbolistas, aseguró Mambu a Efe, que explicó que el equipo se dedica a animar a los niños a que jueguen al fútbol, “a que participen en un lenguaje que todos pueden entender porque la guerra tuvo efectos muy negativos en la gente”.
A pesar de los cantos y de las muestras de alegría que los jugadores dan sobre el campo, Jabati Mambu no olvida una fecha: 6 de enero de 1999, el día en que el RUF entró en Freetown y el día en que él, con 15 años, perdió una mano.