“Medvédev ordenó al Ministerio de Defensa ruso que garantice la seguridad del vuelo de Bakíev y su familia a Kazajistán”, aseguró Natalia Timakova, portavoz del Kremlin.
Bakíev, que se había refugiado en el sur del país tras ser derrocado por una revuelta popular, fue trasladado en avión militar desde la ciudad kirguís de Jalal-Abad a la kazaja de Taraz.
El portavoz de la Cancillería kazaja, Iliás Omárov, confirmó que el avión en el que viajaba Bakíev aterrizó en Taraz, pero eludió precisar si éste se exiliará en la capital de Kazajistán, Astaná, o irá a algún otro país.
Mientras, fuentes kirguíses dijeron que Bakíev planeaba viajar a Astaná, tras lo cual podría desplazarse a Letonia, donde se encuentra su hijo menor Maxím, que controlaba la economía del país, o bien a Turquía, donde éste tiene parte de sus negocios.
Seguidamente, el portavoz del Gobierno provisional, Edil Baisálov, adelantó que Bakíev había presentado su renuncia, lo que allana el camino para que las nuevas autoridades logren la legitimación internacional.
La renuncia y partida de Bakíev, que fue aupado al poder por la Revolución de los Tulipanes de 2005, fue fruto de las negociaciones llevadas a cabo por Kazajistán –actual presidente de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE)–, EEUU, Rusia y Kirguizistán, con mediación de la ONU y la Unión Europea.
La presidencia kazaja de la OSCE afirmó que la partida de Bakíev supone “un importante paso hacia la estabilización y para evitar la guerra civil en Kirguizistán”.
Esa organización pidió al Gobierno provisional y a todas las fuerzas políticas kirguíses que ayuden a garantizar la estabilidad, el orden público y la legalidad y que se ocupen de los problemas económicos más urgentes que afronta ese pobre país centroasiático.
Por su parte, la nueva líder kirguís, Rosa Otunbáyeva, declaró que ha aceptado la partida del dirigente depuesto para “evitar un enfrentamiento civil entre el norte y el sur”.