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Jueves 07/11/2024
 

El jardín de Bomarzo

Los dos amigos de Chaves

Decía Manolo en su emotivo discurso fin de carrera del pasado congreso que tras años de política activa había sumado cariño de muchos pero que, amigos de verdad, dos. 
 


Con medida intención señaló, primero, a Luis Pizarro, su fiel escudero cuyo brazo político ha dirigido victoria tras victoria en éste nuestro suelo andaluz y, claro, el aforo, reconfortado por el calor que Manolo dirigía a su amigo, rompió en sonoro aplauso para un hijo de Alcalá que durante décadas ha sido el referente político de muchos triunfos socialistas y que, en ese momento, quieto, en silencio y con asombrosa elegancia, digería el principio del fin de un ciclo, el suyo. Tras una pausa intencionada en la que la concurrida sala cruzaba apuestas sobre candidatos a segundo amigo, Manolo señaló a González, Felipe. En el imaginario medidor de decibelios para aplausos se palpó la bajada sonora. ¿Felipe? Las casas de apuestas hubieran hecho su agosto de haber terciado posibilidad alguna.

Están, dicen, los enemigos, los enemigos íntimos y, por encima de ambos, los compañeros de partido, y esa máxima se cumplió a rajatabla en un congreso en el que, a pesar de todo, la unidad como objetivo prioritario se selló con el apoyo unánime a Griñán y a su plan renove.

En medio del lío y con Chaves y Pizarro saliendo de escena, llegó el turno de Cabañas y el tres por uno y los compañeros animándole a dar la batalla, unos, quedándose en medio porque señalarse en pleno follón puede resultar nocivo para el futuro, los más, y empujando, los y las demás. Cosas sin importancia entre compañeros.
El lunes, dos días después, cenó Cabañas con Velasco en Sevilla ante la que es la primera crisis del nuevo vicesecretario general que ya no tiene el referente ni las consignas de Luis, el desatascador, que ya no quiere, ni tiene la responsabilidad, ni pretende desatascar nada. "Esto es lo que hay, Luis…", le espetó graciosamente Zapatero a Pizarro el sábado ante un atónito congreso. Pues eso, José Luis.

Si Chaves, tras casi veinte años como presidente de la Junta ha sumado la lealtad nada menos que de dos amigos, hay que imaginarse que Paco ande estos días algo inquieto.

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