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Audiard, sin sorpresas, revalida Cannes con nueve César por ?Un profeta?

El realizador francés Jacques Audiard, revalidó en París con nueve César para Un profeta el Gran Premio del jurado en Cannes y enfila la carrera hacia los Oscar como candidato al mejor filme extranjero en Hollywood.

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El realizador francés Jacques Audiard, revalidó en París con nueve César para Un profeta el Gran Premio del jurado en Cannes y enfila la carrera hacia los Oscar como candidato al mejor filme extranjero en Hollywood.

El drama de un joven inmigrante en una cárcel francesa que interpreta un brillante Tahar Rahim –doble premio: mejor actor y mejor actor revelación– y que encarna la evolución desde el pobre delincuente que torna en hábil protagonista del crimen organizado, convenció a los académicos.

Audiard ha explicado que este “profeta” de la cárcel tiene poco de religión: anuncia un nuevo tipo de criminal, aunque el director ha asociado la palabra “angelical” al papel que interpreta un Rahim que pisa fuerte en su primera incursión cinematográfica.

Prologado por un evidente éxito de crítica y público, el “profeta” de Audiar proporcionó al director en esta XXV edición de los César un récord personal: un galardón más que los ocho que mereció su anterior filme, De battre mon coeur s’est arrêté, hace ahora cuatro años.

Los 1,2 millones de espectadores que han visto Un profeta en Francia confirma que, en esta ocasión al menos, los académicos ha coincidido en sus gustos con los de la taquilla.

De momento la película se queda a un paso tan sólo de los diez César que alcanzaron en el pasado Le dernier métro y Cyrano de Bergerac y trepa al particular Olimpo del cine francés.

Audiard aprovechó la tribuna de agradecimiento para intervenir a favor de quienes en Francia trabajan sin documentos legales, sin residencia pero que contribuyen a la riqueza del país, un asunto de actualidad.

El director es uno de los artistas que acaban de promocionar un corto de apenas tres minutos de duración en el que se denuncia esa situación social de miles de inmigrantes y aprovechó la presencia del ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand, en el teatro, para pedir su intervención para resolver la cuestión.

La ceremonia del Teatro del Châtelet parisino, que evolucionó cansina, sin sorpresas, en un acto solemnemente aburrido, sólo al final, con permiso de Harrison Ford –a quien Sigourney Weaver le entregó un César honorífico a toda su carrera– permitió algo de brillo de estrellas.

Isabelle Adjani, César a la mejor interpretación femenina por La journée de la jupe, se llevó su quinto galardón en un retorno de la actriz –que se prodiga poco en las pantallas–en temática social, la de las tensiones en la escuela pública entre alumnos y profesores en medio de un clima de violencia urbana juvenil.

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