Cuando parecía que la rivalidad más repetida de la historia del tenis, la que enfrenta al serbio Novak Djokovic con el español Rafael Nadal, no podía ofrecer ninguna novedad, el capítulo 59 tendrá una: por vez primera se medirán sobre la tierra batida en la noche parisiense.
Desde que Roland Garros se inventó hace dos años el turno nocturno, que le permitió sacar más dinero por las entradas y por los derechos televisivos, programar carteles de prestigio ha sido una obsesión de los organizadores.
Esta edición tendrán el que más atractivo presenta, el partido más esperado de la edición desde que el sorteo cruzó en cuartos a los ganadores de 15 de las últimas 17 ediciones.
Las presiones televisivas han sido superlativas para convencer al español, poco amigo del juego nocturno en tierra batida.
"Prefiero jugar de día. Conozco este torneo de día, así lo he jugado toda mi carrera (...) Puede ser mi último partido en Roland Garros y me gustaría jugarlo de día", aseguró Nadal, al que las repetidas lesiones impiden hacer planes a largo plazo sobre su carrera.
La carta sentimental del español no tuvo efecto en el mundo de los negocios, como tampoco la de la televisión pública francesa, la que difunde los duelos por el día, que había puesto sobre la mesa el argumento de que un partido de esa talla no debía darse en canales de pago.
Pero Amazon reaccionó y aseguró que, de forma excepcional, el Nadal-Djokovic versión 59 será gratuito.
Faltaba el argumento del serbio, que ya había dicho que le daba igual e, incluso, que "en función del rival incluso puede ser beneficioso" para él que fuera con el cielo estrellado. Se sobreentiende que ante Nadal, mejor de noche.
Sentencia: el número uno del mundo y el 13 veces campeón se verán las caras por vez primera en Roland Garros por la noche.
Nadal ya había advertido de que a ese duelo el serbio llega mejor, con más rodaje, tras una serie de nueve victorias consecutivas que le llevaron a alzar el título de Roma y presentarse en cuartos de final sin ceder un set.
DJOKOVIC, FAVORITO
Por segunda vez, especificó el español, su rival más habitual es favorito en este escenario, al igual que en 2015, cuando Djokovic venció por vez primera sobre la arcilla de París a un Nadal mermado físicamente. "El resto de los duelos o yo era un poco más favorito o estaban al 50-50", señaló.
El guión se parece bastante ahora. El español llega sin rodaje sobre tierra batida, mermado por las lesiones que le permitieron solo jugar en Roma, donde su lesión en un pie le impidió competir en plenitud.
El choque estelar llega demasiado pronto, sin que su tenis haya tenido tiempo para engrasarse, con dudas tras haberse visto zarandeado en octavos por el canadiense Felix Auger-Aliassime, que, por tercera vez en su carrera, le obligó a jugar cinco sets en Roland Garros.
Todo lo contrario que el número uno del mundo, imperial en cada uno de sus cuatro duelos anteriores, sin perder un set, sin ningún síntoma preocupante.
El serbio persigue la tercera corona en París y, de paso, igualar a 21 grandes con Nadal precisamente en el escenario que más gloria ha dado al español.
Todos los indicadores apuntan a un triunfo de Djokovic, el 31 contra Nadal, el tercero en los diez duelos en Roland Garros, el noveno de 28 sobre tierra batida, el segundo consecutivo tras la semifinal del año pasado en la Philippe Chatrier.
Pero las estadísticas son relativas entre esos dos contendientes, sobre todo cuando Nadal ha dado ya pruebas de renacer cuando se le daba por muerto.
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Rafa Nadal-Djokovic, dos estrellas en la noche de París
Las presiones televisivas han sido superlativas para convencer al español, poco amigo del juego nocturno en tierra batida
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