Será Martes Santo en Málaga y, mientras las seis cofradías del tercer día de la Semana Santa recorren parte del recorrido oficial, el Unicaja se la juega en su templo. Dos situaciones para vivirlas con intensidad e incluso fe. El segundo asalto de los cuartos de final de la Champions League de la FIBA es un reto a vida o muerte deportiva del Unicaja, que perdió su dignidad en el primer cuarto de la ida en Manresa, en un partido de esos para olvidar, pero que nunca se olvidan.
En juego hay mucho. La oportunidad de seguir teniendo opciones de entrar en la Final Four del próximo mes de mayo en Bilbao. Si el BAXI Manresa gana, habrá celebración en el parqué malagueño con un 2-0 que hundiría el único objetivo ilusionante que tiene la entidad de Los Guindos esta temporada.
Para tranquilidad del aficionado, el resultado cosechado en la ida, sonrojante como pocos esta temporada (86-63), no afecta en nada teniendo en cuenta que lo único que vale en la eliminatoria es la regla de oro: una eliminatoria al mejor de tres partidos, sin contar ‘average’ de puntos anotados y encajados. Además, repetir una actuación como la del martes de la semana anterior rozaría la cárcel para los de Ibon Navarro, quien en la rueda de prensa posterior a la debacle asumió la culpa con un “no he hecho bien mi trabajo y no supe transmitir a mis jugadores cómo jugarle al Manresa”.
Manresa, un torbellino
El equipo de Pedro Martínez solo necesitó cinco minutos para demostrar por qué es el equipo revelación del baloncesto nacional. Aunque viéndolo jugar, sobre todo en su cancha, el denominarlo “revelación” puede quedarse corto. En el primer cuarto del Nou Congost dejó al Unicaja con un resultado que pocas veces, por no decir ninguna, habrá vivido en su historia.
Un 29-4 insólito, con cero de 18 en tiros de campo. Esos cuatro puntos fueron de tiro libre. Los diez minutos, para más inri, se cerraron con un triple imposible sobre la bocina de Sylvain Francisco, uno de los muchos verdugos del Unicaja aquel día. Lo que se vio en los tres primeros cuartos siguiente ya fue una muerte anunciada. Alberto Díaz y Jonathan Barreiro fueron de lo poco salvable. El juego interior del BAXI demostró ser una apisonadora: físico y movilidad, recursos, ayudas, defensa. Moneke logró un doble-doble con 11 puntos y 11 rebotes. Por fuera, Pedro Martínez tiene también armas de sobra con Joe Tomasson (16 puntos), Dani Pérez o el mencionado Francisco.
Con Jaime Fernández recuperado y a la espera de que las individualidad dejen paso al juego de equipo, el Unicaja tendrá que encontrar su mejor versión. No servirá con el nivel mostrado en la última victoria frente a Andorra. Para seguir vivos, se necesitará ser más creyente que nunca.